Capítulo 306: Te Extraño, ¿Qué Podemos Hacer?
Aitana acababa de terminar la llamada con Luna y sorprendida, miró la pantalla de su teléfono al ver
quién llamaba.
-¿Lucia? Vaya…
Desde aquel día que los hombres de don Mendoza la expulsaron del hospital, Aitana no había vuelto a pisar el lugar. No había visto ninguna noticia sobre la muerte de don Raúl y desconocía si él habia
despertado.
La llamada de Lucía solo podía significar noticias del hospital.
Aitana contestó rápidamente.
-¿Lucia, me buscabas? ¿Le pasó algo a abuelo? No es que no quiera visitarlo, pero es que mi hermano y Valen…
Su voz se llenaba de tristeza.
Pero Lucía la interrumpió antes de que pudiera terminar.
-El abuelo despertó.
-¿En serio?
El asombro de Aitana apenas podía ocultar su alegría.
Pero a Lucía parecía no importarle su reacción; solo quería que Aitana fuera al hospital para ver la
situación actual de la familia Valenzuela.
-Aitana, si yo fuera tú, iría al hospital a ver al abuelo cuanto antes, sin importar los obstáculos.
Tras decir esto, Lucía colgó.
Aitana, mirando el teléfono desconectado, sintió cómo su rostro se ensombrecía.
-¿Qué quiso decir con eso?
Frunce el ceño, mordiéndose el labio.
Tras reflexionar un momento, sabía que, independientemente de las intenciones ocultas en las palabras
de Lucía, ahora que su abuelo había despertado, debía ir a verlo.
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Despues de todo, era su nieta, y ni Valentina y Alonso, ni siquiera don Mendoza, se atreverían a hacerle alua en presencia de su abuelo,
Sin penter un segundo, Aitana se cambió de ropa y salió,
Llevaba un vestido blanco que le llegaba por debajo de la rodilla y llevaba el cabello suelto; se había
la compasión frente a don arreglado de forma delicada, queriendo mostrar su vulnerabilidad y ganarse
Raul
Lo que no esperaba era que, al llegar al Hospital Serenidad y antes de poder entrar, recibiera una llamada de un número desconocido,
Al ver el número en la pantalla, sintió como si cayera en un abismo helado.
Después de tantos días de ansiedad, esa persona la contactaba nuevamente.
El teléfono sono largo rato hasta que se cortó automáticamente.
Y entonces, volvió a sonar,
El miedo sacudió a Aitana, haciendo que casi dejara caer el teléfono al suelo.
Pero el sonido persistía.
Mirando el teléfono en el suelo como si fuera un demonio, quiso ignorarlo, pero el recuerdo de aquel video la hizo decidirse. Con temor, recogió el teléfono y contestó.
-¿Qué, no querias contestar? ¿Tienes miedo?
En cuanto conectó la llamada, esa voz que le causaba pánico sonó al otro lado.
Tan fría como siempre.
Aitana tragó saliva sin decir palabra, y entonces escuchó nuevamente esa voz:
-Te ves muy bonita hoy, tan inocente como una pequeña flor blanca, me gusta mucho.
En ese momento, Aitana se dio cuenta de algo y, aterrada, se levantó de un salto buscando a su
alrededor.
Pero fuera del hospital, en la profunda noche, casi no había nadie.
Y mucho menos la figura que ella buscaba.
Del otro lado del teléfono, la voz continuaba:
qué
-Dela de buscar no puedes verme. Te extraña que podemos hacer?
La respiración bala al final de ta frase semteaba un atisbo de miedo en el corazón de Altana.
-¿Que pretendes hacer? -pregunto Altana, su voz temblorosa.
-Oh. ¿que crees? -respondió el con una risa sinistra, como una serpiente deslizándose.
Altana tragó saliva, agarro su teléfono y corrió hacia un rincon, buscando negociar con él.
-Si lo que quieres es una mujer, puedo arreglartelo. También puedo darte dinero, tanto como quieras. de cualquier manera que prefieras.
Pero el hombre reia de manera extraña, como si estuviera disfrutando de su desesperación.
-Solo te quiero a ti–dijo finalmente.
El corazón de Aitana se hundió. De repente, sintió que este hombre la odiaba profundamente, que todo
esto era una forma de tortura.
-El hotel en la calle de enfrente, habitación 403, te espero ahi. Si no vienes, to lamentarás…
-¡tre!
Altana interrumpió antes de que pudiera terminar. Si no iba, él difundiría aquel video y ella estaría
acabada, sin ninguna salida.
-Muy bien, sé buena. Ese vestido blanco que llevas hoy te queda bien, te hace ver inocente.
Incluso después de colgar el teléfono, esas palabras seguían resonando en la mente de Aitana. Sabia que él la estaba observando. ¿Fue el vestido blanco lo que atrajo su atención o siempre estuvo ahí esperando para llamarta en cuanto apareciera? ¿Qué es lo que realmente quería?
Cuanto más pensaba Aitana, más miedo tenía. Mientras tanto, Noah, desde la oscuridad, observaba a Aitana con una satisfacción dolorosa en su corazón, anticipando la fiesta de esa noche. Pronto se
dirigió al hotel.
No pasó mucho tiempo antes de que Aitana estuviera frente a la puerta de la habitación del hotel. Al abrirse, la oscuridad de la habitación parecía querer devorarla. Antes de que pudiera asustarse, una
mano grande la arrastró hacia la oscuridad, seguida de una tormenta de deseo.
Como la vez anterior, le hizo beber un vaso de agua, y la temperatura de la habitación no disminuyó en toda la noche. Al despertar al día siguiente, Aitana se encontró sola. Buscó en toda la habitación sin
encontrar rastro de él. Incluso fue a la recepción, esperando descubrir algo a través del registro del
hotel, solo para descubrir que la habitación no había sido ocupada esa noche.
-¡Maldición!
Aitana mordió su labio con furia. Con el corazón lleno de resentimiento, no tuvo más remedio que ir a la
farmacia por medicina.
Aitana regresó al Hospital Serenidad. Revisó su vestido, agradecida de que no estuviera dañado. De todas formas, hoy tenía que presentarse ante Don Raúl con un semblante de desgracia. Cuanto más desmejorada se viera, mejor, así que decidió entrar al hospital sin más preámbulos.
En la habitación del hospital, don Raúl había terminado su desayuno. Tras varios días de descanso, ya podía sentarse en el sofá, aparentemente de buen ánimo. Estaba planeado que saliera del hospital ese día. Alonso se había encargado de los trámites de alta desde temprano.
Valentina estaba junto a don Raúl, justo cuando se preparaban para dejar la habitación, la puerta se abrió de golpe. Valentina esperaba ver a Alonso, pero al levantar la vista, se encontró con Aitana, quedándose sorprendida por un momento. Aitana apenas lanzó una mirada a Valentina antes de fijar
sus ojos en don Raúl.
-Abuelo, finalmente despertaste. Temí que… oh…
Las lágrimas comenzaron a caer mientras hablaba entrecortadamente.
-Abuelo, quería visitarte, pero alguien me lo impidió a propósito…
Dejó la insinuación en el aire, esperando que don Raúl preguntara. Sin embargo, don Raúl no reaccionó de inmediato, solo la miraba con una expresión compleja. Aitana, sorprendida y algo nerviosa, se preguntaba si él sabría de su intento en el hospital.
-Abuelo, te extraño tanto. Eres el único pariente que me queda. Si te pasara algo, ¿qué sería de Aitana?
Antes de que pudiera terminar, don Raúl la interrumpió apresuradamente, como si temiera un
malentendido.