Capítulo 309: Encantadora y Atractiva
Sólo entonces Lucía recordó a Aitana, agarrando inmediatamente la muñeca de Antonio para
presentarlos:
-Antonio, ella es Aitana Lancaster… oh, no, eso no es correcto, el abuelo ya cambió su nombre; ahora debería ser Aitana Valenzuela.
-¿Un ruiseñor? ¿Una que canta?
Antonio dijo con tono burlón, sin considerar a la mujer frente a él como la verdadera heredera de la familia Valenzuela.
Pero apenas terminó de hablar, Lucía le dio un golpe fuerte y lo reprendió:
-Antonio, compórtate. Ella no es como las mujeres con las que te encuentras afuera.
Después de decir eso, Lucía tomó la mano de Aitana.
-Ven, Aitana, este es el único hijo de nuestra tía Cecilia, Antonio.
¿Tía Cecilia?
Aitana no pudo reaccionar de inmediato, sin saber quién era Cecilia.
Hasta que Lucía explicó:
-Cuando tu madre dejó la familia Valenzuela, la tía Cecilia también se sintió muy culpable. Son rencillas de la generación anterior, mejor dejarlas en el pasado.
Aunque dijo que mejor no mencionarlo, Lucía lo trajo a colación de todos modos.
De inmediato, Aitana supo quién era Cecilia.
La hija adoptiva de la familia Valenzuela, se decía que fue por culpa de Cecilia que Citlali y don Raúl
tuvieron un malentendido y ella decidió dejar la familia Valenzuela.
¿Y este hombre era su único hijo?
Con estas palabras de Lucía, Antonio tampoco pudo ocultar su sorpresa.
-¿Tú eres la nieta extramatrimonial de mi abuelo?
En Coralia, que don Raúl reconociera a una nieta adoptiva y encontrara a una verdadera nieta
extramatrimonial no era un secreto en Guadalajara.
Todos se burlaban de este nieto de la familia Valenzuela, diciendo que perdería el favor.
Pero después de tantos años, ¿qué favor habla realmente disfrutado?
Sin embargo, lo que Antonio no habla anticipado era que esta delicada flor, ocultando ambición y vanidad, resultaría ser la nieta externa del abuelo. ¡Qué interesante!
-Entonces, supongo que debería llamarte… hermanita Aitana -dijo Antonio, extendiendo sus brazos con entusiasmo hacia Aitana.
Lucía no mostró intención de interponerse. Aitana, sorprendida, se dejó abrazar por este hombre, que no era más que un extraño para ella. Incluso se tomó la libertad de inhalar profundamente el aroma de
su cabello.
-Vaya, qué fragancia tan agradable–comentó, sin ocultar su coquetería.
El rostro de Aitana palideció ligeramente.
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Ignoraba el papel que Antonio jugaba dentro del Grupo Valenzuela. El hecho de que Lucía fuera personalmente al aeropuerto a recogerlo, llevándola a ella también, demostraba la importancia que le
concedían a Antonio.
Aitana seguía aparentando ser la inocencia personificada.
Guiñó un ojo de forma juguetona y sonrió levemente.
-Es un placer conocerte, primo.
A Antonio pareció agradarle esa manera de llamarlo «primo». Su madre lo había enviado a Coralia para investigar los orígenes de la nieta adoptiva, Valentina, pero no esperaba encontrar a Aitana, la nieta externa, aún más fascinante.
-Te cuidaré bien, mi querida prima.
Dijo Antonio entre bromas, abrazando a Aitana. Su mano, que inicialmente reposaba sobre su hombro,
ahora descansaba en su cintura.
Aitana, aunque algo molesta, no lo detuvo. Su falta de resistencia solo animó a Antonio a ser aún más
atrevido.
Incluso con Lucía presente, su mirada parecía fijarse únicamente en Aitana, abrazándola como si fuera
una mujer de vida alegre.
Lucía, observando desde atrás, sintió cómo su expresión se endurecía gradualmente.
Estrictamente hablando, Antonio no tenía lazos de sangre con la familia Valenzuela, así que cualquier cosa entre ellos podría ser romantizada en una bella historia.
¿Sería este el plan de Cecilia?
Este pensamiento puso a Lucía en alerta.
Lamentaba haber llevado a Aitana consigo, pero ya era demasiado tarde.
Con un gesto, Lucía disimuló su disgusto y, al salir tras ellos, descubrió que habían tomado un taxi por su cuenta, dejándola sola. Finalmente, no pudo contener su ira y llamó a Guadalajara.
-Tía, ¿qué pretendes? -preguntó Lucía, con un tono frío y directo apenas se estableció la conexión.
Cecilia estaba ocupada con un tratamiento de belleza y se mostró confundida.
¿A qué te refieres?
-Antonio apenas llegó y ya está coqueteando con la verdadera heredera de la familia Valenzuela. Pensé que lo enviaste a Coralia para enfrentarnos a un enemigo común, ¡pero parece que tienes otros
planes!
Cecilia captó rápidamente la situación. Conocía la naturaleza mujeriega de Antonio, pero no esperaba que se lanzara tras la nieta de don Raúl tan pronto llegara a Coralia. Debería enfadarse, pero luego pensó que podría ser una oportunidad.
Si Antonio lograba conquistar a la hija de Citlali, acaso no significaría eso una victoria para ella?
Con ese pensamiento, un destello de excitación cruzó por la mente de Cecilia.
-Lucía, sabes bien cómo es Antonio. Voy a darle una lección, eso tenlo por seguro. Ahora mismo, nuestro verdadero problema es esa señorita Lancaster, a quien todos tratan como si fuera ‘ella‘ la única
que importa.
-Tranquila, ese chamaco hará lo que le digas en cuanto pise tierra allá. Tú mandas.
Le aseguró con una confianza que dejó a Lucía sin palabras. No encontró fallo en sus argumentos y no
tuvo más opción que creerle.
Después de colgar, Cecilia no perdió tiempo y llamó a Antonio. A pesar del espacio reducido del coche, desde que se subió, Antonio no había podido quitarle los ojos de encima a Aitana. Sus ojos expresaban
un interés intenso y sin disimulo.
Si al principio Aitana lo encontró algo abrupto, pronto comenzó a disfrutar de esa atención. Se sentía orgullosa de su encanto, recordando cómo habla seducido a Noah con algunos trucos y cómo él,
cegado por ella, habia traicionado a Valentina,
Y ahora Antonio, el hijo de la hija adoptiva de la familia Valenzuela, un joven rico y conocido en Guadalajara, parecia estar totalmente hechizado por ella.
Aitana jugueteo con su cabello, pretendiendo Indiferencia, mientras miraba por la ventana del coche. Pensaba que esta actitud despreocupada aumentaria el interés de Antonio. Y vaya que lo hizo, pero no por las razones que ella creia.
Antonio notó un moretón en la muñeca de Aitana, parecido a la marca de dedos de un hombre, probablemente dejada en un momento de pasión o quizás intencionalmente.
-¿Tienes novio, Aitana? -preguntó de pronto, acercándose con curiosidad.
-No, no tengo -respondió ella instintivamente. No tenía novio, eso era cierto.-
-Eso está bien–dijo Antonio con un tono que insinuaba más interés.
No importaba si ella ocultaba un novio o realmente no tenía; la situación con esta prima era intrigante. Quería descubrir qué tanto de la inocente apariencia de la verdadera hija de la familia Valenzuela
escondía una naturaleza más libre.
Justo cuando se inclinaba para acercarse más, su teléfono sonó. Era su madre…
Antes de que pudiera decir «hola» escuchó la voz de Cecilia.
-¿Ya te encontraste con la hija de Citlali?
Con una mirada hacia Aitana, respondió simplemente.
-Sí.
-No me opondría si te involucras con ella -dijo Cecilia.
No solo no se oponía, sino que lo apoyaba. Antonio frunció el ceño, confundido. ¿A qué se refería su madre con <<involucrarse»? ¿Hablaba de algo serio o solo de un pasatiempo?
Si era algo serio, definitivamente no sería adecuado. Había conocido y jugado con muchas mujeres
vanidosas y falsas; una más no hacía diferencia. Pero tener a alguien así a su lado era impensable.
especialmente porque no cumplía con sus estándares de belleza.
Mientras observaba el perfil de Aitana, su interés crecía. Después de un momento, le dijo a su madre.
-Altana es realmente encantadora…