Capítulo 316: Seguro Tenía que ver con Doña Mendoza!
Aún no había terminado de hablar cuando la voz al otro lado del teléfono se tornó repentinamente sombría, impregnada de una urgencia impaciente.
¿Por qué perder el tiempo? ¿Quién tiene eso?
Era evidente que Thiago había acertado.
Santiago tenía prisa por asistir a una cena de gala, ¡y seguro tenía que ver con Doña Mendoza!
Probablemente era una cita en la cena.
Consciente de la urgencia del asunto, Thiago no se atrevió a demorarse.
-Don, por favor, dame un minuto.
Tras decir eso, colgó el teléfono.
Un minuto después, Thiago, cargado con noticias, volvió a llamar al móvil de Santiago.
Sin esperar a que Santiago preguntara, Thiago tomó la iniciativa de informar. -Don, la cena de gala de esta noche ha sido cancelada, pero hay una familia que celebra el bautizo de su recién nacido…
-Dame la dirección.
Sin dejar que Thiago terminara, Santiago preguntó con impaciencia.
Parecía que todo lo que quería era una excusa para encontrarse con Valentina, sin importarle de quién fuera la fiesta o qué celebración fuera.
Thiago rápidamente envió la dirección a su teléfono.
Pensando en ver a Valentina esa noche, Santiago se sintió de maravilla y ordenó a Thiago preparar un regalo para la familia que celebraba el bautizo, anticipando su cita con Valentina.
Mientras tanto, Valentina estaba en camino de regreso a la Villa Valenzuela.
No podía dejar de pensar en el accidente de coche de su madre hace años y el reciente de Marc, sin entender por qué Alicia había saboteado el coche de Marc.
En la Villa Valenzuela.
Desde el desayuno, Aitana había estado con Antonio.
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Hace unos minutos, Antonio recibió una llamada, desconociéndose sobre qué
hablaban, pero por el tono de Antonio, parecía tener una excelente relación con la persona al otro lado.
Aitana, movida por la curiosidad, no pudo resistir el deseo de saber más sobre Antonio.
En cuanto Antonio colgó, Aitana se acercó, fingiendo casualidad.
-¿Quién era? ¿Vas a salir esta noche, primo?
Al ver el ceño fruncido de Antonio, Aitana se disculpó con pánico.
Lo siento, primo, no fue mi intención escuchar…
Antonio no apreciaba que husmearan en su privacidad.
Aunque se sintió algo molesto, pensó en la acompañante que necesitaba para la noche…
-No importa, incluso si fue a propósito, no quiero tener secretos contigo, prima Aitana. Tengo una reunión esta noche, ¿te gustaría venir conmigo?
El tono de Antonio era ambiguo.
Aitana difícilmente podía ocultar su alegría. Claro que sí.
Pero exteriormente, se mostró reservada.
-Pero había planeado cuidar al abuelo…
Desde que llegó a la Villa Valenzuela, Antonio no había visto a Aitana mostrar mucho cariño por Don Raúl, pasando más tiempo alrededor de él que a su lado.
Antonio vio a través de ella pero no dijo nada.
-Entonces es una pena.
Justo cuando Antonio mostró una pizca de desilusión, Aitana no pudo
mantenerse quieta, apresuradamente dijo.
-Entonces regresemos temprano para cuidar al abuelo.
-Por supuesto.
Antonio no la confrontó, sonriendo mientras apreciaba su fingimiento.
En cuanto Valentina entró, vio a Aitana mirando a Antonio lleno de expectativas.
Al percibir la presencia de Valentina, Aitana la miró, como asustada, acercándose cautelosamente a Antonio.
Valentina se acercó a ellos.
Su mirada se fijó en Aitana, acercándose paso a paso, con una presión que hizo a Aitana acurrucarse aún más cerca de Antonio, sus ojos llenos de miedo, como si Valentina fuera un desastre natural.
Hasta que Valentina estuvo frente a ella, Aitana parecía un pajarillo aterrorizado, aferrándose con todas sus fuerzas al brazo de Antonio.
Va… Valen, ¿por qué me miras así? Yo… yo no he hecho nada…
Aitana intentó tomar la iniciativa, como si Valentina fuera de humor cambiante, capaz de atacar sin razón en cualquier momento.
En circunstancias normales, Valentina ni siquiera se molestaría en presenciar su actuación. Pero en ese momento, la observaba fijamente, como si quisiera ver a través de ella. Después de un largo momento, finalmente expresó la duda que le pesaba.
—¿Por qué? —¿Por qué Alicia querría que Marc muriera? Su instinto le decía que Aitana debía saber la razón.
Aitana se quedó perpleja con la pregunta.
—Eh… Valen, ¿qué «por qué»?
Pero Valentina no respondió. Su silencio era por temor a espantar a la presa. Aunque sospechaba que Aitana conocía la razón, una pregunta directa no la llevaría a la verdad. La única manera de descubrirlo era investigando
discretamente.
En un instante, Valentina cambió su seriedad por una sonrisa, observando a las dos personas frente a ella.
-Parece que se llevan… bien.
Su tono sugería algo más, aunque parecía hacerlo sin mucho interés. Justo entonces, se oyó la voz de don Raúl desde el piso superior. Al levantar la vista y verlo, Valentina dejó de prestarles atención y subió las escaleras
apresuradamente.
-Citlali, ¿dónde has estado toda la mañana? Don Raúl suspiró aliviado al ver a Valentina.
Solo al tomar la mano de Valentina, el corazón de don Raúl se calmó. Sentir la calidez de su palma le dio a Valentina una paz inexplicable.
-Abuelo, salí un rato. ¿Ya me extrañabas?
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Por supuesto que sí.
No era solo extrañarla; había miedo. Don Raúl apretaba la mano de Valentina, casi suplicando.
-Citlali, no te vayas de nuevo… Lo siento, lo de aquel año fue mi culpa, no debí creer en otros y malinterpretarte, no debí golpearte tan duro… No debí…
Parecía recordar el pasado, y su emoción se intensificó de repente. Valentína rápidamente se agachó para tomar su mano, tranquilizándolo con suavidad.
-No me iré, Citlali tampoco se irá.
Parecía que la promesa estabilizó las emociones de don Raúl. Aún así, quería asegurarse repetidamente.
Lo prometes, ¿verdad? Que nunca te irás.
—Sí, nunca me iré.
Valentina asintió con firmeza.
Finalmente, don Raúl sonrió ampliamente.
Entonces, ¿me acompañas a jugar una partida de ajedrez?
-Claro que sí.
Valentina tomó la silla de ruedas de Federico y llevó a don Raúl al salón de ajedrez. No fue hasta que ambos desaparecieron de vista que Antonio y Aitana volvieron a la realidad.
Antonio se sentía melancólico, su curiosidad por Valentina creciendo.
-Es extraño.
Habló de repente. Aitana, que había estado celosa por la escena anterior, se concentró en Antonio cuando mencionó lo extraño, mirándolo preocupada.
-¿Qué es extraño?
Antonio frunció el ceño, claramente confundido.
Que el abuelo confunda a Valentina con la tía Citlali, cuando tú eres la verdadera hija de la tía Citlali, ¿no es extraño?
Un destello de culpabilidad pasó por los ojos de Aitana.
—Sí, también lo encuentro extraño. Desde el principio, el abuelo solo necesitó una mirada para tomar a Valen como su nieta adoptiva. Valen siempre ha tenido innumerables maneras de ganarse el corazón del abuelo.
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La insinuación era clara: Valentina había manipulado la situación.
Antonio percibió el subtexto. Sin embargo, le parecía que los sentimientos de Valentina hacia don Raúl eran mucho más auténticos que los de Aitana, su nieta biológica.
-Quien no sepa, podría pensar que Valentina es la verdadera pariente de sangre del abuelo.
La afirmación repentina de Antonio hizo temblar el corazón de Aitana. Como si hubiera pisado un terreno delicado, su emoción se agitó.
-¡Ella no lo es, yo lo soy!