Capítulo 49: Visitando al abuelo
LIAM BLAKE
-No me haré responsable, porque no es mío. No pienso cuidar al hijo de otro hombre y hacerme cargo de una mujer traidora a la cual no amo–contesté tajante sin ocultar mi disgusto.
¿Qué pasó con el sentimiento que albergabas por ella tiempo atrás? ¿Me dirás que te olvidaste de él y de todo lo que vivieron juntos? No pudo simplemente haber desaparecido. – Sus ojos se llenaron de lágrimas y supe que no lloraba por mí.
creí
-El abuelo me contó lo que ocurrió entre tú y el padre de Annie -dije en un susurro, tomándola por sorpresa-. Al ser una persona que dejó escapar al amor de su vida, que sentirías más empatía por mi caso. El hombre que amabas formó su familia, pero sigue vivo, sigue en tu mundo. La mujer que yo amaba se murió, no hay manera de recuperarla ni de pedir su perdón.
-Liam… —dijo en voz baja y por fin bajó la mirada hacia la tumba de Idris, notando las flores que la adornaban, símbolo inequívoco de mi profundo y tardío arrepentimiento.
-Ya comencé con los trámites del divorcio, dejé que Annie viviera en la casa mientras se llega a una resolución. Ese niño no es mi hijo y si quieres hacer una prueba, hazla, pero entonces comenzaré una demanda contra ella por abuso de confianza y e****a, y contrataré a peritos profesionales para que evalúen el caso y el estudio de laboratorio se haga debajo de una lupa. No creas que permitiré que me vuelvan a engañar.
-No puedes ser tan injusto —suplicó. Él padre de Annie está pasando por problemas
hacer para salvarlo. económicos muy serios. Annie solo hizo lo que tuvo que
-Al hombre que aún amas… ¿Por qué me da la impresión de que sabías que ese niño no era
mío?
-Liam, por favor, detente…
-¿Sabes algo? Creo que papá tenía mucha razón, el amor te hace débil, te vuelve vulnerable y torpe… Hubo un tiempo en que pude haber ignorado ese consejo y ser feliz siendo débil entre los brazos de Idris, pero me aférré a no querer sentir nada. Ahora que no está, no hay algo que me vuelva a hacer caer en esas tonterías.
>>Dejaré de llorar su ausencia y de lamentarme, desde ahora me enfocaré en algo más importante, en dirigir con cabeza fría mis negocios y no permitir que nadie quiera pisotearme. Quítate de mi camino si no quieres que también te destruya, Helen -agregué dejándola sola en el cementerio.
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Llegué a la casa de mi abuelo, dispuesto a hablar con él de la evidente resolución. El sonido del piano me guió hacia el salón, donde tocaba con tranquilidad una pieza de Beethoven. La melodía era melancólica y cargada de sentimiento. Esa era la manera en la que él sobrellevabā la muerte de Idris y la ausencia de Oliver. Pensé en algún momento que la noticia lo destrozaría
más, pero no fue así, solo se volvió más silencioso y pensativo.
—¿A qué debo tu visita, Liam? —preguntó sin dejar de tocar.
-Me divorciaré de Annie… El niño que espera no es mío contesté acercándome al piano.
-A veces me cuesta comprender que tu padre haya trastornado a mi hija y a ti. Entiendo que tú eras un niño y su crueldad te infectó, pero… ¿Helen? Ella estaba llena de amor y cariño, ella sabía que la relación entre Magda y yo era un milagro de amor, aun así, se cegó y se dejó manipular por el señor Blake. -Bajó la tapa del piano, cubriendo las teclas, y volteó hacia mí —. Liam, hay dos maneras de aprender, en cabeza ajena o propia. Ya que tú no escuchaste consejo, espero que ahora que Idris no está, aprendas de tu dolor propio.
Guardé silencio, pues no sabía si mis planes empataban con sus ideas. Tal vez solo volvería a desilusionarlo. Se levantó del taburete y el sirviente le acercó su bastón. Su humor de pronto cambió y una sonrisa se dibujó en sus labios.
—¿A dónde irás? -pregunté con desconfianza.
-Tengo una cita contestó haciendo más grande su sonrisa.
-¿Una cita? ¿Con quién?
Con nadie que te interese, si intentas seguirme lo sabré, créeme…
contestó dándome un
golpecito en el pecho con su bastón, alejándose del salón mientras silbaba la melodía que no había terminado de tocar en el piano.
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IDRIS DOYLE
-¡Idris! ¡Mi niña! ¡Qué gusto verte! -exclamó el señor Thomas en cuanto entré al restaurante que estaba completamente vacío. Lo había rentado solo para nuestra reunión.
-¡Abuelito! -exclamó Oliver corriendo hacia el señor con los brazos abiertos. Su abrazo fue un alivio para el corazón.
-Oliver, te ves maravilloso./
-¡Sí! ¡Me siento mejor! ¡Fue gracias a mi hermanita! —dijo emocionado, llevando al señor Thomas de la mano hacia mí. Por fin notó el bulto que descansaba en mis brazos y su sonrisa se disipó.
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lo que creo que es? -preguntó escéptico.
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-Lo es… es mi hija, Lily contesté destapándola lo suficiente para que pudiera verla.
-Es hermosa… dijo en un susurro, acariciando la regordeta mejilla con su dedo-. Una pelirroja de fuego como su madre, pero con los ojos de ese azul tan profundo y oscuro como su padre.
Sus palabras retorcieron mis entrañas, pero no lo demostré. Nos acercamos a la mesa que nos tenían preparada y comimos juntos. Oliver no dejaba de hablar de su vida con los Lynch, sabía que no debía de mencionar nuestro parentesco, entre menos supiera la verdad, más protegida me sentía.
Escúchame, Idris. Desde que se anunció tu muerte, él está… desconsolado -dijo en cuanto Oliver se alejó para jugar con los juguetes que le había llevado-. Creí que no podría ser más sombrío, cruel y apático, pero está llegando a un límite donde lo desconozco.
>>¿Ya no hay nada de amor en ti para él? ¿En verdad se acabó?
Su pregunta dolió y las lágrimas brotaron, renuentes a caer de mis pestañas. —Estuve a punto de morir durante el parto. Creí que… eso sería suficiente para ablandar su corazón y que se apiadara para estar ahí si yo dejaba de existir. Creí que llegaría y tomaría mi mano hasta el final. Supe lo que es estar cerca de la muerte y sola. Comprendí que… no le importó y que… no solo soy reemplazable, sino que… puedo dejar de existir y el mundo seguirá siendo el mismo para él.
-Idris, eso no es cierto…
-Yo lo escuché, señor Thomas… Evan Lynch le llamó cuando estaba desangrándome en sus brazos, le explicó lo que me ocurría y Liam dijo que no le importaba, literalmente, me mandó a la m****a mientras yo le dedicaba mis últimos minutos de existencia. ¡Hasta para eso fui una estúpida! Pude… pensar en cualquier cosa, en cualquier persona y… solo pensé en él. -Me sentí tan humillada al confesarme. Los dientes me castañeaban y las lágrimas escurrían hasta tocar a mi bebé que alzó sus manitas, queriendo atrapar aquellas gotas que se equilibraban de mi mentón-. Ya me cansé… ya no quiero llorarle, ya no quiero vivir de falsas esperanzas, ya… es demasiado, ya no puedo.
Capítulo 50: La reencarnación de Idris
IDRIS DOYLE
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El señor Thomas me acercó una servilleta de tela mientras sus ojos parecían atónitos, recorriendo mi rostro afligido. —No… Imposible… —dijo en un susurro-. No tiene sentido.
-Tiene más sentido de lo que cree… —contesté intentando sonreír, aunque mis labios siguieran temblando-. Sabía que él nunca me correspondería, así lo había sentenciado, pero… tuve la esperanza de que podría cambiar eso. Fue una pérdida de tiempo y solo he logrado sufrir. Quiero ser libre, quiero… poder tener un día completo sin llorar, sin sentir pena de mí misma, sin ser víctima del peso de cada humillación que me hizo. Hasta aquí llegué.
-Entiendo… -dijo cabizbajo-. Mi niña, mi angelito, no sabes la inmensa tristeza que me da verte partir. Te llevas contigo mis más grandes tesoros.
Su mirada se posó en Oliver y después en Lily, a quien besó en la frente con ternura.
–Lamento tanto lo que hizo Liam, pero nada de eso importa, si un día necesitas ayuda, yo estaré para ti. Mientras siga vivo, mi casa es tu casa —dijo con ternura.
Después de una despedida triste, regresé a la villa, justo a tiempo para encaminarnos al aeropuerto donde un avión privado nos sacó del país. Sentí una clase de vacío al dejar atrás todo, pero estaba decidida. Iniciaría con ese negocio, aplicaría todo lo que aprendí de Liam y formaría un imperio que pudiera competir con el suyo. Lo hundiría, sabía que la única manera de lastimarlo era haciéndolo perder todo lo que tanto dinero y esfuerzo le costó.
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>>Cinco años después…
LIAM BLAKE
Cinco largos y agobiantes años habían pasado. Mis visitas a la tumba de Idris eran menos constantes, pero no significaba que el dolor no siguiera palpitando dentro de mí. Cada mañana, al despertar, era lo único en lo que podía pensar. Incluso consideré que me estaba volviendo loco, pues a veces, al abrir los ojos, la veía recostada a mi lado, retozando como antes después de una noche pasional. Su fantasma se paseaba por el departamento y podía ver esa melena roja de reojo, pero cuando volteaba, su mirada coqueta y su hermosa sonrisa desaparecían.
Intenté buscar a mis hijos, aún recordaba que Annie había mencionado que Idris dio a luz a un niño. Así que le pedí a Clark que lo buscara, pero parecía que el registro de nacimiento en el hospital había desaparecido, incluso el certificado de defunción de Idris era inexistente. Era como si, al morir ella, mi hijo hubiera desaparecido también.
El único rastro que pudo seguir mi ayudante fue el de Oliver y como me lo sospechaba, estaba
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negativas. Los Lynch eran muy respetados y queridos, al parecer, parte de su renombre era gracias a sus obras de beneficencia, haciéndolos santos e intocables.
No porque estuvieran en su país significaba que dejaría de acosarlos. Oliver era mi hijo y lo recuperaría. Si no estaban dispuestos a entregármelo por las buenas, encontraría la manera de tenerlo por las malas. Era lo único que me quedaba de Idris y no iba a renunciar a él tan fácil.
En el aeropuerto esperaba pacientemente a que me informaran que era hora de abordar, al separarme de Annie no solo recuperé algo de paz, sino que también le arranqué a su familia su cadena hotelera, la cual, en mis manos, estaba floreciendo y se volvió una fuerte competencia para El Trébol Dorado, por lo menos en el país.
Mientras veía mi reloj con molestia noté que una pequeña sombra se acercó dando pasos cortos pero rápidos. Echó medio cuerpo sobre el asiento de al lado y sus piernitas comenzaron a patalear en un pobre intento por poder subir. Cuando le presté más atención, me dedicó una sonrisa divertida que migró hacia sus enormes ojos azules. Sus cabellos eran de un rojo
intenso y se formaban unos caireles que rebotaban con cada movimiento. Escondido entre esa melena espesa para una niña de su edad, había un moño azul que resaltaba.
-¿Me ayuda? -preguntó con una voz dulce y tintineante que hizo eco dentro de mi corazón.
No solía prestarle mucha atención a los niños, pero esa criatura era fascinante y me había dominado con la mirada. La tomé por la cintura y la subí, pegándola al respaldo. Sus piecitos colgaban del borde y los agitaba con ritmo e inocencia.
Era una niña preciosa, parecía un querubín y al imaginarme cómo se vería al crecer no pude evitar pensar en Idris. De pronto la idea me torturó y tuve que desviar la mirada mientras controlaba mi melancolía.
—¿Por qué está triste? ¿Le duele algo? —agregó la niña asomándose para ver mejor mi rostro, en verdad parecía preocupada.
—¿Tu mamá no te ha dicho que no hables con extraños? Puede ser peligroso -agregué viéndola con inmensa ternura.
-Sí, pero usted no parece peligroso… parece un señor triste–contestó con pena.
-Perdí a alguien muy importante en mi vida… por eso estoy triste.
-¿Ya no puedes recuperar a ese alguien?
No, porque se fue muy lejos y jamás volverá.
-Ya veo… Acarició mi brazo
Se quedó por un momento pensativa, asimilando mis palabras. como si fuera un cachorro-. Pobrecito. Yo puedo ser tu nueva amiga.
Era encantador ver la inocencia de un niño pequeño, solucionaban las cosas con más facilidad que un adulto.
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-Me llamo Lily. -Me ofreció su mano, la cual envolví con la mía por completo,
desapareciéndola y haciéndola reír con ese gesto-. Eres muy grande. ¡Ve eso! ¡Ya no tengo
mano!
Su risa era contagiosa y no pude evitar sonreír. Era una niña encantadora.
-Qué lindo nombre… – contesté sabiendo que había caído en las redes de esa dulce criatura.
-¡¿Sabes qué pone de buenas a mi mami?! -Mientras hablaba con emoción sus manitas viajaron hacia su moño, retirándoselo con torpeza-. ¡Toma! ¡Te pondrá feliz! Es el favorito de mi mami.
Puso el moño sobre mi mano. Era curioso como entre sus rizos se veía enorme, pero ya en mi
palma se veía tan pequeño.
-¿Te gusta? ¡Es muy
bonito!
-Es hermoso…-contesté ansioso por acariciar sus mejillas sonrojadas.
-¡Lily! ¡¿Dónde estás?! -Una mujer exclamó angustiada, pasando entre la gente.
-¡Sharon me está buscando! -exclamó Lily sorprendida. ¡Me tengo que ir o me regañará! ¡
Adiós!
Salió corriendo con sus piernas cortas, su vestido pomposo sacudiéndose con el aire y sus caireles rojos brincoteando. Vi el moño en mi mano y no pude evitar sonreír, era tan hermoso como la niña que lo portaba y me recordaba tanto a la mujer que tanto amé y perdí. Tenía que volver a ver a esa criatura, así que terminé ignorando mi vuelo.
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