Capítulo 58: Enfrentando al señor Blake
IDRIS LYNCH
-Todos tienen la facultad de cambiar -agregó molesto el señor Thomas-. Entiendo que ha hecho mucho daño… pero solo te voy a decir algo, tiene derecho a una segunda oportunidad. Debes de aprender, Idris, que en la vida no hay nadie completamente bueno, ni malo. Nada es negro ni blanco, el mundo se compone de matices y si tú solo ves los extremos y te sientes con el valor de juzgar a los demás sin comprender el origen de sus males, entonces me das lástima, que triste ser tan inflexible e intolerante.
-¡Claro! Cuando toleré las humillaciones de Liam, me convertí en una santa, una mártir, pero si intento defenderme… soy una inflexible e intolerante. Creo que usted también solo ve en blanco y negro -contesté llena de rencor.
Levantó las manos como si se rindiera y una sonrisa pintó su rostro. -Si estás segura de querer destruirlo, entonces hazlo, pero, por tus lágrimas, puedo apostar que aún lo quieres y en el momento que acabes con él, también habrás acabado contigo misma. Una verdadera venganza se hace con la cabeza fría y el corazón convertido en roca, en caso contrario, no es
venganza, es suicidio.
>>¿Qué harás, Idris Lynch? -preguntó divertido. ¿Lo buscarás y le dirás la verdad? ¿ Aceptarás sus disculpas y formarás la familia que esos niños se merecen, junto a su verdadero padre que los ha extrañado cada día? O… ¿Continuarás con tu venganza, lastimándolo y provocándolo hasta que solo uno de los dos quede en pie?
>>Piénsalo bien, pues los únicos que pueden ganar o perder son tus hijos.
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LIAM BLAKE
-¿Estás consciente de la nueva empresa que se ha colocado en nuestra ciudad? -preguntó mi abuelo mientras desayunábamos.
-Sí, ya me he dado cuenta de su existencia–contesté furioso, pensando en Evan como el único que podría dedicar un ataque así contra mí.
-Espero que ya estés tomando cartas en el asunto -agregó con disimulo-. Tengo entendido que la CEO viene dispuesta a destruirnos.
—¿Dijiste «la CEO»? Quien dirige la empresa, ¿es una mujer? -pregunté desconcertado.
-Pensé que ya habrías hécho una investigación exhaustiva…
-Clark está en eso–contesté prestándole más atención a mi abuelo, siempre con esa apariencia de saber más de lo que aparenta—. ¿Tú, cómo sabes que es mujer? ¿La conoces?
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-Ambos la conocemos… -agregó divertido. Date prisa, quiero a esos malditos irlandeses fuera de nuestro territorio cuanto antes. No pienso tolerar su presencia.
Se puso de pie y por primera vez noté una pizca de molestia en su actitud. Mientras él abandonaba el comedor, Clark entraba apurado, dejando a mi lado unas fotografías amplificadas.
-La niña que me mandó a investigar pertenece a la familia Lynch —dijo sin que le preguntara mientras mis manos pasaban las fotos. En ellas, la pequeña Lily se veía acompañada de un niño más grande.
-Oliver… -dije en un susurro.
—Revisé las listas de pasajeros de los vuelos de ese día. Al parecer los niños llegaron juntos, acompañados por una sirvienta de la familia. Meses antes el señor Evan Lynch compró dos
boletos.
-¿Dos?
-Sí, señor
contestó Clark nervioso-. Aún estoy buscando la identidad de su acompañante, solo he descubierto que era una mujer.
No pude evitar sonreír de medio lado, mis ojos no me habían fallado, Lily era idéntica a su madre. Después de la muerte de Idris, Evan debió de quedarse con ambos niños y esa CEO de seguro era un peón, la pieza que necesitaba Evan para atacarme sin correr el riesgo de salir perjudicado, pobre mujer, solo era carne de cañón.
Besé la foto con ternura antes de preguntar: —¿Dónde están mis hijos? -No pude recuperarlos cuando estaban en Dublín, pero ahora que estaban en mi territorio, sería más
fácil.
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IDRIS LYNCH
Esperaba pacientemente desde el auto mientras revisaba algunos pendientes en mi celular. Vi la hora y me di cuenta de que Sharon estaba tardando más de lo normal. Estaba afuera de la escuela en la que había inscrito a Oliver y Lily. Me agradaba que todos los grados, desde preescolar hasta preparatoria, estaban juntos, de esa forma mis pequeños también lo estarían por bastante tiempo.
Cuando me asomé por la ventana, mi corazón se estrujó, aún no veía a Sharon y algo me decía que las cosas estaban mal. En ese momento la sirvienta salió corriendo, con una cara de angustia que solo empeoró mi ánimo. Entró al auto presurosa y con manos temblorosas.
-¿Sharon? ¿Qué ocurre? -pregunté ansiosa, controlando mis ganas de tomarla por los hombros y sacudirla pára que hablara.
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-Los niños no están… -dijo con voz temblorosa.
-¡¿Cómo que no están?! -exclamé angustiada y un escalofrío me recorrió el cuerpo. ¡No pueden salir sin que un familiar pase por ellos!
-La directora dijo que los recogió su padre. -Su voz fue perdiendo fuerza hasta que se convirtió en un susurro.
Mi alma se separó de mi cuerpo, fue como si me vaciara de repente y alguna fuerza invisible me arrancara el corazón. -No… imposible… -Liam no pudo haber sido, él ni siquiera sabía què estábamos de vuelta en el país, pero… entonces… ¿quién tenía a mis hijos?
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Llegué a casa con miles de ideas en la cabeza, intenté llamarle a Evan, pero la línea estaba ocupada. ¡¿Dónde estaba cuando más lo necesitaba?! Arrojé el teléfono y comencé a andar por la casa como alma en pena. ¿Cómo podía acudir a la policía? En este país, yo estaba muerta. Antes de que comenzaran a buscar a mis hijos, me meterían a la cárcel y abrirían una carpeta de investigación en mi contra.
Pasé
por fuera de las habitaciones de mis bebés y me detuve en la de Lily. Paseé la mirada por los peluches de conejos y ositos, las sábanas de un azul celeste intenso y las muñecas acomodadas en la repisa. Mis bebés, me dolían en el corazón. Pasé la mano por el borde de la cama, hasta que mis dedos se encontraron con algo duro y pequeño. Lo alcé hasta que alcanzó
mi vista y mi corazón se detuvo.
Reconocí esa pequeña gota de zafiro y la fecha grabada en el pisacorbatas. Mi primer intento por conseguir la simpatía de Liam cuando mi historia a su lado comenzaba. ¿Qué hacía aquí, en las cosas de Lily? ¿En qué momento la conoció? ¿Dónde estaba yo que no me di cuenta de su acercamiento?