Capítulo 242
Su voz era gélida, cada palabra parecía salida de sus dientes, dejando caer astillas de hielo hacia abajo.
Natalie se asustó, luego se dio la vuelta rápidamente y frunció el ceño involuntariamente al ver que la persona que estaba de pie en la puerta del baño era Leonardo.
¿Por qué eres tú?
Leonardo se burló, -¿Estás decepcionada al verme? ¿Quién esperabas que fuera?
Natalie:-…
Al ver que ella no decía nada, Leonardo dio un paso hacia ella, cogiéndole la barbilla y obligándola a mirarle.
-Dime. ¿A quién esperabas?
No se dio cuenta de que su tono estaba lleno de celos.
Natalie le apartó la mano y dijo fríamente: -Señor Ramos, ¿lo has olvidado? Acordamos que no nos entrometeríamos en la intimidad, así que la persona que esperaba no tiene nada que ver
contigo.
Leonardo la miró fríamente a la cara durante unos segundos y de pronto sonrió,
-Tienes razón. Fui yo quien se pasó de la raya.
Natalie le dirigió una mirada fría, -Ya lo sabes.
Apenas dijo esto, sus labios fueron tomados por él.
El aroma fresco de su cuerpo después de la ducha invadió su nariz, haciéndola ponerse rigida
inconscientemente.
Natalie se despertó y lo empujó hasta que la mano de él la agarró por la cintura y sintió un calor abrasador en la palma de la mano.
-Acabamos de follar, ¿no? Ahora no me interesa. Vuelve tú.
-¿Quién ha dicho que follamos?
Al ver que su mirada se posaba en la ropa desparramada por el suelo, Leonardo comprendió y
dijo: -Acabo de llevarte a casa, vomitaste sobre mi ropa, te limpié y me fui a la ducha.
Natalie frunció el ceño, entendió que había olido un olor extraño al despertarse.
Voy a ducharme.
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Yo te llevo.
Natalie estaba a punto de negarse pero Leonardo ya la había cogido en brazos y se dirigía al baño
Sus cuerpos se apretaron, frío y caliente, y ambos sintieron el calor del otro.
Natalie se sonrojó, bajó los ojos y apretó los labios sin decir nada.
Leonardo ya había puesto agua en la bañera, metió a Natalie y se sentó.
Aunque habían hecho el amor varias veces, era la primera vez que estaban desnudos así.
Su cara estalló en rojo y apretó los dientes: Te bañaste, ¿no? ¡Fuera!
-Puedo bañarme otra vez contigo.
Él le agarró la barbilla y la besó en un gesto que no podía rechazar.
Natalie se resistió al principio, pero poco a poco se rindió a sus besos y, sin darse cuenta, le rodeó el cuello con los brazos. El agua de la bañera fugó sin parar.
Al final, Natalie estaba tan débil que Leonardo la llevó en brazos a la cama.
En cuanto su cabeza tocó la almohada, casi se quedó dormida,
No puedes dormir con el pelo mojado, vas a tener un resfriado,
Natalie cerró los ojos, Tengo sueño, ya puedes irte. Me voy a dormir.
Leonardo sonrió y cogió el secador para secarle el pelo antes de meterse en la cama, con la intención de dormir abrazándola.
justo cuando tocó a Natalie, ella abrió los ojos de repente y le miró con expresión fría: –Tú vete a dormir a la habitación de al lado.
Leonardo frunció el ceño, con ira en los ojos, ¿Qué quieres decir?
Senor Ramos, no tenemos una relación en la que dormimos en la misma cama por la noche hasta el amanecer.
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