Capítulo 15: Un amor disimulado
LIAM BLAKE
Cuando estaba buscando mi siguiente objetivo, las suaves manos de Idris se aferraron a mi brazo, llamando mi atención, clavando sus hermosos ojos azules en mi rostro y calmando lentamente mi furia, dominándome, sedándome con su simple tacto.
-Ya basta… No sigas… -pidió angustiada y de pronto ya no me sentía furioso, por el contrario, compartía su melancolía.
–
Respiré profundamente y volteé hacia la encargada que se había tirado al suelo a llorar. Dile al dueño de la tienda que me mande la cuenta, acompañado de tu acta de renuncia. No pienso condenarte como a ese par de ineptos defensores de la justicia, no voy a arruinar por completo tu vida, pero… a cambio te encargarás de difundir por cielo, mar y tierra, que cualquier idiota que se atreva a tocar un solo cabello de la señorita Idris Doyle, recibirá mi furia y no solo la
mia,
pues mi abuelo dudo mucho que también tolere que lastimen y humillen a su asistente, ¿ entendiste?
Su mirada cargada de miedo me confirmó que había comprendido mis palabras.
IDRIS DOYLE
-Yo no rompi el vestido–dije en un susurro mientras caminábamos hacia la salida del centro comercial. Liam estaba concentrado en su celular y creí que no me había escuchado, así que decidí no insistir.
Lo sé… No eres así contestó tomándome por sorpresa–¿Se te olvida que te conozco desde hace ocho años? No eres destructiva, por lo general eres muy minuciosa y delicada.
>>Puedes decirle al abuelo lo que ocurrió, si deseas que su castigo sea peor que el que yo les. impuse.
-¿En verdad hablas del señor Thomas? Es un encanto… -No podía imaginarme a ese viejecito tierno comportándose peor que Liam.
-Es un gran hombre, muy noble, siempre y cuando lo trates bien, porque si te metes con él o con sus cosas, es peor que el demonio–contestó con media sonrisa. Cuando era más joven quería ser como él, tener un corazón tan noble y a la vez tan fuerte, pero terminé pareciéndome a mi padre, convirtiéndome en un hombre cruel, frío y prepotente, que no cualquiera soporta.
-No es tarde dije asomándome para ver su rostro. Aún puedes ser tan dulce como tu
abuelo.
+25 BONOS
-Eso quedó atrás, Idris… contestó con melancolía y su tristeza migró a mi corazón. Hay cosas que ya no se pueden cambiar.
En ese momento llegó Clark con el auto, no pude evitar percibir el olor del perfume de Annie en el asiento trasero, era dulce y empalagoso, tan fuerte que me revolvió el estómago.
Ÿ
El resto del camino lo hicimos en silencio y una vez en el hospital, volteé hacia Liam, quien no parecía con ganas de salir del auto y su mirada seguía clavada en la ventana. Me acerqué a él y besé su mejilla, haciendo que mi corazón se acelerara y por fin me ganara su atención.
Gracias… -dije por fin. En verdad aprecié lo que hizo por mí, no podía imaginarme lo que hubiera pasado si él no hubiera llegado a rescatarme.
Antes de retroceder y salir del auto, me tomó por la nuca, evitando que me alejara más, y posó sus labios sobre los míos, depositando un beso hambriento y al mismo tiempo dulce que no pude evitar corresponder, confirmando una vez más que la atracción y el cariño que sentía por él, aún latía dentro de mi corazón.
El beso terminó con su frente pegada a la mía y sus dientes apretados, parecía estarse conteniendo. -Vete antes de que te arranque la ropa y te tome aquí mismo–dijo aún con los ojos cerrados, luchando contra sus instintos.
Con las mejillas sonrojadas y claramente nerviosa, escapé del auto y entré al hospital, en busca de mi pequeño Oliver.
El día de la fiesta había llegado y yo aún me estaba decidiendo entre el par de vestidos viejos que había llevado conmigo. Decidí regresarle el dinero al señor Harrison, argumentando que no había encontrado ningún vestido bonito para la ocasión, él creyó que
solo era un arranque
de modestia, y era mejor así.
-¿Señorita Doyle?-preguntó la sirvienta más joven de la casa, asomándose con una gran sonrisa al interior de mi habitación.
-¿Qué ocurre?
-Trajeron algo para usted…
dijo emocionada y por fin salió de detrás de la puerta mostrándome un hermoso vestido que colgaba de su gancho y un par de zapatillas. La tela era sumamente suave y su color borgoña me cautivó.
-¿Quién lo trajo?-pregunté curiosa mientras mi asombro crecía.
-El señor Blake–contestó disolviendo su sonrisa, temerosa de mi reacción.
-¿El señor Blake? Liam me había enviado este vestido? Bueno, era claro que conocía mi gusto por los colores fuertes. Me temia que fuera demasiado llamativo y eso me trajera
+25 BONOS
-Pero qué encantadora te ves dijo el señor Harrison asomándose a mi habitación-. Qué criatura tan bonita. Acostumbrado a verte de pantalones de mezclilla y playeras del doble de tu talla, es un deleite verte como toda una elegante damita.
No pude evitar sonreír, siempre daba esa sensación de ser mi abuelo, con sus comentarios. dulces y graciosos.
-Pero creo que te falta algo más… -agregó inspeccionándome con atención.
-¿Algo más?
-Sí, sígueme… -Salió de mi habitación, dirigiéndose hacia la suya.
Se plantó frente al cuadro de su difunta esposa, una mujer encantadora de mirada gentil. Lo retiró con cuidado, descubriendo una caja fuerte montada en la pared, cuando comenzó a presionar la contraseña, di media vuelta, no quería que pensara que podría haber visto la clave.
No sabía en qué momento voltear hasta que sentí como un frio metal se posaba sobre mi cuello, bajé la mirada notando el hermoso collar que el señor Harrison estaba colocando.
-Un rubi estrella montado en oro blanco…dijo con parsimonia.
Cuando me puse ante el espejo, me sorprendí de la belleza de la joya. El rubí parecía tener una estrella en el centro conforme la luz lo tocaba.
-Era el collar favorito de mi Magda… contestó con ese tono melancólico.
-No puedo portarlo… Es demasiado importante y… -dije preocupada, ansiosa por quitarme la joya del cuello.
-Mi Magda siempre espero tener una niña con la cual compartir todo, si te hubiera conocido, te hubiera amado–dijo el señor Harrison y noté como sus ojos brillaron de tristeza.
-¿Qué hay de la mamá de Liam? -mi pregunta pareció amargarlo.
-Mi Helen…dijo con un suspiro apesadumbrado-. Era una buena niña, cariñosa y dulce, pero conoció a muy temprana edad al señor Blake. Entre más convivía con él, más cruel y fría se volvía, hasta que un día desconocimos su comportamiento avaricioso y egoísta. Magda fue la primera en deprimirse cuando Helen decidió casarse con él, pero yo ya sabía que la habíamos perdido desde antes.
Al parecer el señor Blake parecía ser el origen de todos los males en la familia, el hombre al que tenía que señalar cuando quería buscar un culpable por la actitud fría y desagradable de Liam. Era una tristeza que nunca podría reclamarle de frente, pues había muerto muchos años antes incluso de que yo conociera a Liam.