Capitulo 29: Cuestión de tiempo
LIAM BLAKEN
-Si plancas explicarme algo… Lamento decirte que es demasiado tarde. No creo en nada que salga de tu boca. En verdad espero que seas feliz al lado de Annie, tal vez de esa forma me dejes de lastimar–contestó con su mirada cargada de miseria. Fueron ocho largos años donde te amé, te demostré que era capaz de lo que fuera por ti, pero lo único bueno que me diste fue a Oliver, es lo único que te agradezco.
Se sacudió mis brazos y mientras me quedaba confundido y desconcertado, ella intentó entrar a la habitación de Oliver, pero apenas dio un par de pasos cuando sus rodillas se doblaron. Me olvidé de todo en cuanto su cuerpo se desvaneció y la sostuve entre mis brazos, evitando que tocara el piso.
¡Mami! -exclamó Oliver preocupado desde la cama.
Con suavidad, la acomodé entre mis brazos y la llevé a su habitación. Había sido un día muy complicado y no había podido con el estrés. La acomodé en su cama y con delicadeza retiré cada cabello de su rostro, corroborando que estuviera respirando de manera normal.
-¿Cómo pudiste?-preguntó mi madre a mis espaldas-. Annie dice que esta chica es tut amante, que los descubrió en tu departamento teniendo intimidad. ¿Eso es cierto?
-¿Para qué me preguntas? Me imagino que confías ciegamente en las palabras de Annie. contesté con media sonrisa sin apartar la mirada de Idris.
Liam, contéstame… ¿es cierto?
-¿Qué importa si es cierto?
-Importa mucho, porque eso me haría pensar que ese niño de la habitación de al lado es tu hijo -contestó con voz temblorosa mientras veía a Idris con coraje-. Dime que no tuviste un hijo bastardo.
-¿Cómo puede ser «<bastardo» si ni siquiera estoy casado?
-Pero te vas a casar… ¡¿Qué dirán si esto llega a oídos de todos?! ¡¿Cómo explicarás que tienes. un hijo con más años que tu matrimonio con Annie?!
Mi madre siempre hacía gala de su interés por guardar las apariencias. Cualquier reportaje o noticia sobre nosotros nos mostraba como la familia perfecta y feliz, cuando en realidad solo éramos un nido de viboras.
-¿Qué si me caso con Idris? -No sabía bien quién fue el que preguntó, si mi cerebro o mi corazón.
Parecía conveniente, pues así podría hacer a un lado los escándalos del hijo ilegítimo, pero… ¿
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hombre. ¿Qué mejor forma de detenerla que con un anillo de compromiso? Eso era lo que en
verdad deseaba, recuperar su corazón, sus caricias y su cariño.
-¿Estás loco?-susurró, tomándome del brazo y sacándome de la habitación. Me sorprendía que tuviera consideración con Idris para no despertarla-. ¿Quién es ella? ¡Nadie! No voy a ver a mi hijo casado con una mujerzuela barata. No tiene respeto propio, ¿cómo sabes que eres el único? De seguro se ha revolcado con más hombres de los que te imaginas.
-No tienes ni idea de lo que ha pasado entre esa pelirroja y yo. Si tanto quieres evitar los rumores de un hijo fuera del matrimonio, entonces tal vez lo correcto sería que me casara con ella. Es muy evidente el parecido que hay entre Oliver y yo. No se puede ocultar.
-El niño está enfermo… dijo en un susurro, desviando la mirada.
-¿Cómo?
-¡Por favor! Solo es cuestión de tiempo para que… ¡Tú sabes!
Es un niño… Ni siquiera yo me considero tan cruel para hablar de esa forma -dije sorprendido-. Es mi hijo y no lo pienso dejar morir.
-Tu padre estaria tan decepcionado de ti… ¿Cómo es posible que te gane el corazón?
-Mi padre me hubiera arrojado a una fosa con serpientes si le hubieran pagado lo suficiente…
-Entre nosotros tenemos que cuidarnos, Liam. Se acercó lo suficiente para que sus ojos se clavaran en mi. Esa chica no tiene nuestra categoría, es una golfa que te sirvió y ni siquiera supo hacer bien su trabajo porque se embarazo.
>>Te casarás con Annie y encontraremos la manera de arreglar el caos que causaste.
-¡Estoy harto de ese maldito compromiso! -exclamé furioso.
-Está embarazada, no puedes dejarla así…
-Bueno, no sería la primera… ¿No crees?-contesté con malicia notando como mi madre perdia el color de las mejillas.
-En verdad que contigo no se puede… -dijo frustrada e iracunda, dando media vuelta y saliendo de mi vista-. Espero que pienses bien lo que harás.
La vi bajando las escaleras, pero sabía que no se rendiría.
-¿Señor Blake?-preguntó la enfermera con timidez–¿Idris está bien?
-Revisala… di la orden con apatía y acomodándome el saco, dejando que entrara a la habitación y comenzara a examinar a Idris mientras yo seguía mi camino.
En el momento que pasé fuera del cuarto de Oliver, lo noté ahí, triste y decaído, sentado en
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clavaron al suelo.
-¿Está bien mi mami? -preguntó con voz temblorosa y los ojos brillosos. La manera en la que cubría su labio superior con el inferior era tan adorable y al mismo tiempo tan triste que no pude evitar entrar.
-Está bien, tu enfermera la está revisando–contesté al lado de la cama y acerque mi mano a su cabello, aunque me quedé a centímetros de poderlo tocar, como si un campo invisible me detuviera. Nunca había tenido un acto de cariño hacia él, ¿era buena idea que lo hiciera ahora?
Oliver, sin necesidad de que le dijera algo, terminó de acortar la distancia y frotó su cabeza contra mi mano aún estirada.
-No quiero que mi mami se ponga mal–dijo sorbiendo por la nariz-. ¿Es por mi culpa?
Abri la boca, sin saber qué decir, mientras el estómago me dolía. -No pienses eso, lo mejor será que duermas, mañana será otro día. Quise arroparlo, pero él se agarró de mi saco y me dedicó esos ojos, los mismos que su madre.
-No quiero dormir solito–suplicó mientras su labio volvía a temblar–¿Puede quedarse conmigo, señor Blake? Aunque sea un ratito, mientras me duermo.
-No debería…
-¡Por favor!
-Cref que me odiabas por acercarme a tu mamá dije levantando una ceja, creyendo que eso seria suficiente para que no quisiera mi presencia, pero solo logré que su tristeza aumentara y regordetas lágrimas rodaran por sus mejillas-, Bien, me quedaré hasta que te duermas.
Mientras pensaba en acomodarme en el sofá, Oliver se recorrió en la cama y le dio palmaditas al colchón mientras me veía con emoción. Cada gesto de ese niño era un golpe al corazón. Me recosté a su lado con cuidado y de inmediato jaló su mantita y se acurrucó sobre mi pecho. No sabía si abrazarlo o simplemente quedarme quieto, pero mi cuerpo se erizó por completo.
-Tienes un tambor en el pecho, como mamá–dijo adormilado antes de bostezar-. Aunque el tuyo suena más fuerte. ¿Cuándo sea grande seré como tú?
-Dios te libre de algo así… contesté en un susurro.