Capítulo 38: Una venganza injustificada
LIAM BLAKE
-No te quise lastimar… -dije arrepentido en un susurro directo en su oído antes de besar su cuello, justo en donde la había mordido. No mentía, pero no había podido controlar mi resentimiento hacia ella.
Lo sé… contestó con ternura, besando mi mejilla y estrechándome con más fuerza, acariciando mi espalda y queriendo reconfórtame, como si yo fuera la víctima aquí. Te amo, Liam, créeme.
Sus palabras me hirieron, porque sabía que eran mentira.
-Te amo, Idris. -Por fin admití después de casi nueve años, aunque como bien sabía, no podría tenerla a mi lado como ella deseaba, no después de por fin comprender que solo me había usado, como cada mujer que se había acercado a mí desde que me volví el CEO de la farmacéutica.
Me dolía admitir que mi padre tenía razón, el amor te hace débil y provoca que todos quieran aprovecharse de esa debilidad, Idris no era la excepción. Así que el resto de la noche le di gusto a mi corazón y la amé como quería, besando cada enrojecimiento en su piel provocado por mí, acariciándola, cayendo en sus redes, sabiendo que al amanecer volvería a guardar mi corazón en ese cofre en el que lo tuve cautivo por tantos años, e Idris aprendería su lección. Conmigo nadie intenta jugar y sale bien librado.
Ÿ
IDRIS DOYLE
El cuerpo me dolía, no podía ni moverme, aun así, logré sentarme en la cama. No supe en qué momento caí dormida, solo sabía que había estado retozando en el pecho de Liam después de ese momento de pasión. Pensé en lo que había pasado y su arranque de celos. Tenía que decirle la verdad, por mucho que quisiera evitarlo. No quería volver a pasar por algo así, en verdad me había aterrado la actitud que había adoptado al principio y me aterraba pensar que en algún futuro no fuera capaz de detenerlo.
Lo busqué con la mirada, pero no lo encontré, parecía que la habitación estaba vacía. Cuando busqué mi ropa noté que la blusa estaba rota. -¿Liam? -pregunté, pero nadie contestó. Me vestí, tratando de que las partes desgarradas se pudieran disimular.
De pronto mis pies se encontraron con la caja de galletas pisoteada, sentí una infinita tristeza, pues eran para Oliver, pero supuse que podría pedir más en la recepción. Fui al baño, pero estaba vacío, además su ropa también había desaparecido. ¿Me había dejado sola? Cuando me asomé por la ventana, noté que estaba el cielo completamente oscuro y el reloj marcaba las tres de la mañana.
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En el momento que estaba dispuesta a salir de la habitación me di cuenta de un pedazo de papel que descansaba sobre la mesita de noche. Al tomarlo y acercarlo más a mis ojos, noté era un cheque con la firma de Liam. —¿Qué es esto?-pregunté herida, ¿Me había dejado dinero antes de irse? ¿Me estaba comparando con una prostituta?
que
Me mordí la lengua conteniendo mi coraje. No quería pensar mal, pero… así parecía. Con la poca dignidad que me quedaba, salí de la habitación. A cada paso que di, noté que el personal me veía con atención y lástima, de seguro observando mi ropa rota, sabiendo que había pasado gran parte de la noche con Liam, de seguro lo habían visto salir primero, como si me ocultara, como si no le importara lo que pasó en la habitación.
-Señorita Lynch, ¿desea que le consiga un taxi? -preguntó el guardia de la mañana, llamando mi atención.
-No, estoy bien
contesté con un hilo de voz y con la cara llena de vergüenza. En menos de veinticuatro horas habían pasado de verme con adoración a lástima.
Caminé en silencio por las calles oscuras, pobremente alumbrada por los faroles, saqué mi celular y llamé a Liam, una, dos, tres veces y cuando estaba a punto de darme por vencida, por fin contestó.
-¿Liam? ¿Qué está pasando? -pregunté en un susurro.
-¿Idris? – La voz que contestó no era de Liam, sino de Annie. Detuve mi andar y esperé con la bocina pegada al oído. ¿Cómo se te ocurre llamar a esta hora? Liam está dormido. Quedó exhausto, nunca lo había visto así de intenso en la cama. Ahora entiendo porque necesitaba de varias amantes, es difícil de satisfacer, pero creo que soy capaz.
—
>>Ahora, si no te importa, yo también estoy muy cansada y me duelen las piernas. ¿Por qué no llamas en cuanto amanezca? Si es que no estamos follando, tal vez te conteste Liam – agregó antes de colgar.
Me quedé por unos segundos con el teléfono pegado al oído, aunque la llamada ya había terminado. Era obvio que Liam estaba con Annie, pero… ¿En verdad se había acostado con ella?
De solo pensarlo me dieron ganas de llorar.
Tragué saliva y guardé mi teléfono antes de retomar mi camino, pero no sabía a dónde ir, las calles estaban oscuras y aunque sabía bien dónde estaba, me sentía perdida.
De pronto un auto se estacionó a mi lado, tomándome por sorpresa. La puerta del conductor se abrió y salió presuroso Finn, directo hacia mí. -¡Idris! ¡¿Qué haces caminando a estas horas?! ¡ Te hubieras quedado en el hotel!
-¿Finn? ¿Qué haces aquí? -pregunté confundida mientras se quitaba el saco para cubrirme. El calor de la prenda contrastó con lo helado de mi piel.
El guardia del hotel se comunicó con Evan y Evan me dijo a mí –contestó mientras me abría
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-Gracias… contesté con los ojos llenos de lágrimas y me detuve a su lado, contagiándolo de mi tristeza.
Me estrechó con tanta delicadeza que me hizo sentir como si estuviera hecha de cristal. Escondí mi rostro y lloré amargamente, mientras acariciaba mi cabello y me besaba la coronilla. -Tranquila, todo estará bien, te lo prometo.
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Durante el camino fui en silencio, sorbiendo la nariz mientras sentía un vacío profundo en el corazón, como si ahora fuera un hoyo negro. Era extraño y doloroso, y se acumulaba en mi garganta, retorciéndola. De pronto me di cuenta de que no íbamos hacia la mansión Harrison y me alerté. -Espera… ¿A dónde vamos?
-Te dije que iríamos a casa contestó Finn con media sonrisa.
-Pero…
–Esa mansión no es tu hogar, tu hogar es donde está tu familia, dónde te quieren y te esperan con anhelo y cariño.
Oliver está en esa mansión. Tengo que ir con él, me necesita dije horrorizada, tentada a abrir la puerta y bajar del auto en movimiento.
-Oliver estará bien está noche, está con su enfermera y dudo que el señor Harrison le vaya a hacer algo, por el contrario, le tiene afecto. No pasará nada por una noche que duermas lejos de él. Mañana temprano iremos a recogerlo y vivirá también con nosotros.
Abrí la boca dispuesta a renegar, pero… ¿tenía sentido? Liam me odiaba, lo único que me quedaba era el señor Thomas, pero después de lo que había pasado, dudaba que fuera a tolerarme y apreciarme en los siguientes días.
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