Capítulo 41: Diciéndole adiós al abuelo
IDRIS DOYLE
-¡Largo de mi oficina si no quieres que te eche yo mismo! -exclamó Liam furioso, golpeando el escritorio con fuerza.
Di media vuelta después de ofrecerle mi mejor sonrisa. Él había buscado en mí una mujer fría y sin sentimientos, así que se la daría, la tonta enamorada había muerto. Cuando posé mi mano sobre la puerta, me sujetó con fuerza del brazo, deteniéndome y poniéndome de frente a él, presionando su cuerpo contra el mío, apresándome, con esa misma rabia con la que me había tomado en el hotel, pero ahora ya no le tenía miedo y no dudé en dedicarle una mirada iracunda mientras lo empujaba por el pecho.
-Irás directo a la mansión Harrison y ahí te quedarás. No quiero que hagas ninguna estupidez -dijo entre dientes y giré el rostro, rehusándome a que su aliento me volviera a envenenar. Busqué la manija a mi espalda y abrí la puerta, saliendo de la oficina y dejándolo solo con su
rencor.
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Llegué a la mansión Harrison con miedo, pero tanto Finn como Evan me flanqueaban, ofreciéndome seguridad. Mientras Tina se encargaba de preparar a mi bebé para el viaje, yo hablé con el señor Thomas en su despacho, le confesé mi situación como amante de su nieto y mi resolución para abandonarlo después de la grosería que me hizo, evitando mencionar que estaba embarazada. Tenía miedo de que fuera un motivo para retenerme hasta que naciera el segundo hijo bastardo de ese maldito hombre.
-Siempre supe que Liam era tan frío y cruel como su padre, me imaginé que su corazón en las manos correctas podría derretirse, pero al parecer es caso perdido -dijo con melancolía,
viendo por la ventana.
-Me tengo que ir…
-¿La familia Lynch te acogerá? Solo asentí con la cabeza a su pregunta-. ¿Por qué?
Claro, tampoco había mencionado mi parentesco con ellos. ¿Por qué seguirlos negando? Bueno, tampoco es que le encontrara sentido a aceptarlo y ponerme medallas en el cuello que no gané. Tendremos la misma sangre corriendo por nuestras venas, pero no quiero sacar ventaja de ello, no más de la que ya tengo.
-Me ofrecieron trabajo.
-¿Qué trabajo pueden ofrecerte para que te paguen mejor que yo? -preguntó el señor Harrison con la mirada cargada de tristeza.
—Si rechazo pasar una noche más aquí, no es por su culpa, sino por la de Liam. Por mi propia
contesté.
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–Entiendo… Rodeó el escritorio hasta plantarse frente a mí-. Me va a romper el corazón ver a mi pequeño irse. ¿Sabes? En cuanto lo vi por primera vez, algo dentro de mí supo que era hijo de Liam. Me duele que no fuera capaz de admitirlo y volverlo parte de la familia, es algo que nunca le perdonaré.
—No le guarde rencor, yo intentaré no hacerlo contesté poniéndome de pie, lista para irme.
-Prométeme que tendré noticias de ti -pidió tomando mi mano entre las suyas-. Juro que será un secreto entre los dos, pero… quisiera volverte a ver a ti y al niño de vez en cuanto. Es un favor que te pide este pobre viejo.
-Lo haré… Le ofrecí una sonrisa antes de abrazarlo con cariño-. Cuídese mucho.
Salí de su despacho, cabizbaja por sentir que lo estaba abandonando. Justo en el recibidor, vi a Tina con Oliver entre sus brazos, su carita me decía que estaba asustado por el cambio tan brusco.
-¿Mami? -preguntó con ese puchero que auguraban sus ganas de llorar-. ¿A dónde iremos?
-Ven, mi amor -dije extendiendo mis brazos hacia él-. Iremos a un lugar donde estaremos bien y podremos ser completamente libres.
Tina me ayudó con la maleta de Oliver y justo cuando salimos de ahí, antes de cerrar la puerta, vimos al señor Thomas, dedicándonos una mirada de tristeza, viéndonos partir. Parecía tan… solo. De pronto la puerta pesaba quinientas veces más que de costumbre y me costó cerrarla.
-¿Ya no veremos a mi abuelito? -preguntó Oliver escondiéndose contra mi cuello mientras sus manitas se aferraban a mi blusa-. ¿Qué pasará con Liam?
Pasé de la tristeza al coraje en cuestión de segundos. -Un día los volveremos a ver… – respondí en un susurro. Estaba consciente de que era algo inevitable.
-Supongo que hasta aquí llego yo… -dijo Tina parándose una vez que llegamos a la acera, haciéndome voltear hacia ella con desconcierto.
-¡No! ¡Tina! -exclamó Oliver extendiendo sus brazos hacia ella, llamándola con angustia.
-Oli… Irás a un lugar muy bonito donde tendrás a una mejor enfermera, además, no tienes que preocuparte por mí, estaré en el hospital de siempre y espero que cuando estés sano me vayas a visitar —dijo Tina con ternura, acercándose a él para estrecharlo y llenarlo de besos tiernos.
Dirigí mi atención hacia Finn, que parecía conmovido por la interacción entre mi hijo y su enfermera. -¿Puedo llevarla conmigo?
-¡Oye! ¡¿Por qué hablas como si fuera un cachorro en adopción?! –exclamó Tina rompiendo
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-¡Por favor! ¡Se porta bien! -exclamé ignorando la indignación de Tina-. No muerde a menos que se le moleste.
Mis súplicas hicieron reír a Oliver, quien de inmediato le dedicó a su tío una de sus miradas más tiernas y suplicantes.
-Supongo que al pequeño Oliver le agradaría llevar a su enfermera consigo -dijo Finn acercándose a mi hijo, tomándolo de mis brazos para verlo más de cerca.
Qué triste que se parezca a su padre y no a su madre —dijo Evan en un susurro y sin ocultar su desagrado al ver a mi hijo.
-¡Yo me parezco al señor Blake! ¡No a mi papá! -exclamó Oliver indignado antes de sacarle la lengua.
-¿Y yo qué dije? -preguntó Evan confundido.
-Evan, por favor… No molestes a la criatura–pidió Finn con reproche, deteniendo esa plática tan peligrosa. Si alguien parecía tener el valor para decirle la verdad a Oliver, ese era Evan, y de momento, no estaba entre mis planes. Si la señorita acepta venir con nosotros y continuar con el cuidado de Oliver, estaríamos encantados.
-Pero… Tina frunció el ceño y volteó hacia mí-. La villa me queda muy lejos y…
-Tendrá su propia habitación y le ofreceremos todas las comodidades que necesite -agregó Finn con una gran sonrisa.
-¡¿oíste, Tina?! ¡Vamos! -exclamó Oliver emocionado.
-Además, necesitamos a alguien de confianza que cuide de Kyle… -agregó Finn pensativo.
-No sé si pueda cuidar de un hombre en coma y de un niño -dijo Tina con angustia.
-Creo que puedo intentarlo… contestó Tina en cuanto vio a Kyle en la cama. Noté como apretó sus labios para contener una sonrisa-. ¿En serio es tu hermano?
-Sí, es mi hermano mayor -agregué viéndola con desconfianza. Parecía encantada.
-¡No te pases! Si me hubieras dicho que iba a cuidar de un dios vikingo labrado en mármol, no lo dudaba tanto–contestó entre risas-. ¿Vivir en tremenda casa, cuidando a este hombre y conviviendo con esos otros dos sensuales ejemplos masculinos? Lo difícil será decidir por culpa de quién terminaremós siendo cuñadas.
—¡Tina! -exclamé sorprendida.
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