Capítulo 44: Un choque con la realidad
IDRIS DOYLE
Contra su voluntad, mi madre tuvo que salir de la habitación. En cuanto se abrió la puerta, me encontré con la mirada de Evan, que esperaba paciente en el pasillo. Sus ojos reflejaron el rojo de las sábanas, como si estuviera sumergida en un mar de sangre. Antes de que la puerta se cerrara, entró como un vendaval.
¡No puede entrar! -dijo la enfermera sin saber cómo sacarlo.
Evan me tomó en brazos ante la sorpresa de todos. -Agárrate fuerte… -pidió mientras me
llevaba hacia afuera del cuarto.
-¡¿Qué haces, Evan?! -exclamó nuestra madre sorprendida, pero Finn lo comprendió de inmediato. El tiempo avanzaba y esperar una ambulancia sería peligroso.
Con cuidado me metieron en el asiento trasero, Evan se fue conmigo, acunándome entre sus brazos mientras Finn conducía hacia el hospital, llevando al límite la potencia del motor
mientras Evan sacaba su celular.
-El momento llegó, Idris dijo antes de que escuchara el tono de llamada.
–
-¿Hablas en serio? -pregunté indignada con un hilo de voz. El cuerpo me dolía y el frío se volvía intenso pese a que era una noche de verano.
-¿Qué se supone que haces? -preguntó Finn sin poder despegar la mirada del camino.
-¿Quién habla? –La voz del otro lado de la línea se me hizo conocida, era Annie.
-Soy Evan Lynch y quiero hablar con el señor Blake, es una emergencia, se trata de Idris — dijo Evan con tono firme y exigente.
-Al señor Blake no le interesa nada relacionado con esa mujer…
Antes de que colgara, Evan insistió. —¡Es de vida o muerte! ¡Carajo!
-Estás en alta voz porque Liam’no quiere tomar la llamada, si tienes algo que decir, dilo de una vez o colgaré–amenazó Annie con cansancio.
-Idris acaba de dar a luz a la hija de Liam y tiene una hemorragia que no se puede controlar… Si hay algo de cariño o interés en ella…
Que se vaya a la m****a, no me interesa, cuelga eso de una vez… -escuché claramente la voz de Liam.
—Bueno, ya escuchaste… No le interesa -agregó Annie antes de colgar.
keluar sot era maior, ¡cómo podía morir desangrada si
mis lágrimas se sentían más calientes que mis mejillas.
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-¡¿Qué carajos fue eso, Evan?! -exclamó Finn furioso.
-Un choque con la realidad… -dijo en un susurró mientras sus brazos me estrecharon con
más fuerza.
Ganaste… —contesté en un susurro-. Felicidades.
Cerré los ojos por un momento, no sabía qué me dolía más, pero el maldito corazón me ardía, me quemaba y quería arrancármelo antes de que acabara conmigo.
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LIAM BLAKE
Todo el día tuve una sola idea en la cabeza, un único pensamiento que me torturaba. La prueba de embarazo que se había hecho Idris la llevaba siempre conmigo, había contado los meses cada semana y solo pensaba en la fecha en la que tendría al bebé. A veces me envenenaba a mí mismo pensando que de seguro no era mío, pero otras veces intentaba imaginarme a quien se parecería más, si a ella o a mí.
Al regresar de la luna de miel, compré una residencia que compartiría con Annie. Apenas puso el primer pie dentro y ya había mandado a cambiar todos los muebles, así como comprar una jauría corgis que solo servían para estorbar en mi andar mientras ladraban y brincaban con esas patéticas patas cortas.
Cuando rebasé las puertas, noté que Annie caminaba de un lado a otro con su abdomen abultado. Era cuestión de días para que tuviera que justificar ante la prensa como era que
que
lo nuestro hijo había nacido de siete meses, pero era obvio que el mundo entendería concebimos mucho tiempo antes de la boda, por más que mi madre quisiera esforzarse por cuidar nuestra reputación.
-¡Qué bueno que llegaste! ¿Cómo te fue en el trabajo? -preguntó emocionada y me ofreció una sonrisa dulce.
Ni siquiera contesté, no estaba de humor, nunca estaba de humor. En cuanto me quité el abrigo, el estudio salió, balanceándose como hoja al viento hacia el piso. Aunque Annie no pudo agacharse para tomarlo, pudo ver bien el nombre de Idris y la palabra «positivo» en mayúsculas-. Me daré un baño. -Lo recogí sin dar explicaciones y pasé por un lado, manteniendo el silencio, mostrándome tan frío y apático como siempre.
Ÿ
El agua no fue capaz de mejorar mi ánimo y cuando salí del baño en busca de mi teléfono, me di cuenta de que Annie lo tenía frente a ella y hablaba directo en el micrófono. En cuanto se dio
monta Vi on la
+15 BONUS
-Evan Lynch… -dijo con seriedad y su mirada se desvió hacia la mesa de noche donde reposaba el estudio de Idris-. Dice que quiere hablar contigo, que el niño acaba de nacer y es suyo, al parecer no quiere que estés molestando a Idris. Ya me tiene harta.
Su actitud fastidiada y molesta confirmaba que había perdido la paciencia. Levantó el teléfono hacia mí, esperando que lo tomara.
Que se vaya a la m****a, no me interesa, cuelga eso de una vez… -dije furioso, dando media vuelta y tomando el estudio de la mesa de noche para hacerlo pedazos. Mis sospechas eran ciertas, Idris me había sido infiel con ese hombre y podía comprender por qué había desaparecido, solo se trataba de su amante cuidándola.
-Lo siento…-contestó Annie dejando mi celular sobre la almohada-. Ahora entiendo que… Idris significó mucho para ti.
-¡No significó nada! ¡Deja de una buena vez ese maldito tema! -exclamé furioso.
-Por eso me doy cuenta de cuanto te importó, tu furia cada vez que hablamos de ella te delata -agregó viéndome con lástima-. Ella está haciendo su vida, ¿por qué tú no te animas a dejar atrás el pasado y seguir adelante?
-¿Insinúas que tú eres mi futuro? -pregunté con sorna y una media sonrisa, a lo que respondió posando sus manos en su vientre.
-Tal vez yo no… pero si este niño.
ella
-Ese niño es producto de tu abuso -dije rechinando los dientes-. La única manera en la que pudiste meterte a mi cama fue fingiendo que eras ella. ¿Crees que esa es la mejor manera de retomar una relación rota y podrida?
-Fue un impulso de celos y admito que fue un error… -agregó agachando la mirada—, pero al final del día, yo soy quien está aquí contigo, mientras Idris festeja a su hijo nuevo.
>>Es tan buena madre que para que sus hijos no se peleen entre ellos, les consiguió un papá diferente. -Su sonrisa no pudo esconder la tristeza dentro de ella.
