Capítulo 50: La reencarnación de Idris
IDRIS DOYLE
+15 BONUS
El señor Thomas me acercó una servilleta de tela mientras sus ojos parecían atónitos, recorriendo mi rostro afligido. —No… Imposible… —dijo en un susurro-. No tiene sentido.
-Tiene más sentido de lo que cree… —contesté intentando sonreír, aunque mis labios siguieran temblando-. Sabía que él nunca me correspondería, así lo había sentenciado, pero… tuve la esperanza de que podría cambiar eso. Fue una pérdida de tiempo y solo he logrado sufrir. Quiero ser libre, quiero… poder tener un día completo sin llorar, sin sentir pena de mí misma, sin ser víctima del peso de cada humillación que me hizo. Hasta aquí llegué.
-Entiendo… -dijo cabizbajo-. Mi niña, mi angelito, no sabes la inmensa tristeza que me da verte partir. Te llevas contigo mis más grandes tesoros.
Su mirada se posó en Oliver y después en Lily, a quien besó en la frente con ternura.
–Lamento tanto lo que hizo Liam, pero nada de eso importa, si un día necesitas ayuda, yo estaré para ti. Mientras siga vivo, mi casa es tu casa —dijo con ternura.
Después de una despedida triste, regresé a la villa, justo a tiempo para encaminarnos al aeropuerto donde un avión privado nos sacó del país. Sentí una clase de vacío al dejar atrás todo, pero estaba decidida. Iniciaría con ese negocio, aplicaría todo lo que aprendí de Liam y formaría un imperio que pudiera competir con el suyo. Lo hundiría, sabía que la única manera de lastimarlo era haciéndolo perder todo lo que tanto dinero y esfuerzo le costó.
Ÿ
>>Cinco años después…
LIAM BLAKE
Cinco largos y agobiantes años habían pasado. Mis visitas a la tumba de Idris eran menos constantes, pero no significaba que el dolor no siguiera palpitando dentro de mí. Cada mañana, al despertar, era lo único en lo que podía pensar. Incluso consideré que me estaba volviendo loco, pues a veces, al abrir los ojos, la veía recostada a mi lado, retozando como antes después de una noche pasional. Su fantasma se paseaba por el departamento y podía ver esa melena roja de reojo, pero cuando volteaba, su mirada coqueta y su hermosa sonrisa desaparecían.
Intenté buscar a mis hijos, aún recordaba que Annie había mencionado que Idris dio a luz a un niño. Así que le pedí a Clark que lo buscara, pero parecía que el registro de nacimiento en el hospital había desaparecido, incluso el certificado de defunción de Idris era inexistente. Era como si, al morir ella, mi hijo hubiera desaparecido también.
El único rastro que pudo seguir mi ayudante fue el de Oliver y como me lo sospechaba, estaba
+15 BONUS
negativas. Los Lynch eran muy respetados y queridos, al parecer, parte de su renombre era gracias a sus obras de beneficencia, haciéndolos santos e intocables.
No porque estuvieran en su país significaba que dejaría de acosarlos. Oliver era mi hijo y lo recuperaría. Si no estaban dispuestos a entregármelo por las buenas, encontraría la manera de tenerlo por las malas. Era lo único que me quedaba de Idris y no iba a renunciar a él tan fácil.
En el aeropuerto esperaba pacientemente a que me informaran que era hora de abordar, al separarme de Annie no solo recuperé algo de paz, sino que también le arranqué a su familia su cadena hotelera, la cual, en mis manos, estaba floreciendo y se volvió una fuerte competencia para El Trébol Dorado, por lo menos en el país.
Mientras veía mi reloj con molestia noté que una pequeña sombra se acercó dando pasos cortos pero rápidos. Echó medio cuerpo sobre el asiento de al lado y sus piernitas comenzaron a patalear en un pobre intento por poder subir. Cuando le presté más atención, me dedicó una sonrisa divertida que migró hacia sus enormes ojos azules. Sus cabellos eran de un rojo
intenso y se formaban unos caireles que rebotaban con cada movimiento. Escondido entre esa melena espesa para una niña de su edad, había un moño azul que resaltaba.
-¿Me ayuda? -preguntó con una voz dulce y tintineante que hizo eco dentro de mi corazón.
No solía prestarle mucha atención a los niños, pero esa criatura era fascinante y me había dominado con la mirada. La tomé por la cintura y la subí, pegándola al respaldo. Sus piecitos colgaban del borde y los agitaba con ritmo e inocencia.
Era una niña preciosa, parecía un querubín y al imaginarme cómo se vería al crecer no pude evitar pensar en Idris. De pronto la idea me torturó y tuve que desviar la mirada mientras controlaba mi melancolía.
—¿Por qué está triste? ¿Le duele algo? —agregó la niña asomándose para ver mejor mi rostro, en verdad parecía preocupada.
—¿Tu mamá no te ha dicho que no hables con extraños? Puede ser peligroso -agregué viéndola con inmensa ternura.
-Sí, pero usted no parece peligroso… parece un señor triste–contestó con pena.
-Perdí a alguien muy importante en mi vida… por eso estoy triste.
-¿Ya no puedes recuperar a ese alguien?
No, porque se fue muy lejos y jamás volverá.
-Ya veo… Acarició mi brazo
Se quedó por un momento pensativa, asimilando mis palabras. como si fuera un cachorro-. Pobrecito. Yo puedo ser tu nueva amiga.
Era encantador ver la inocencia de un niño pequeño, solucionaban las cosas con más facilidad que un adulto.
+15 BONUS
-Me llamo Lily. -Me ofreció su mano, la cual envolví con la mía por completo,
desapareciéndola y haciéndola reír con ese gesto-. Eres muy grande. ¡Ve eso! ¡Ya no tengo
mano!
Su risa era contagiosa y no pude evitar sonreír. Era una niña encantadora.
-Qué lindo nombre… – contesté sabiendo que había caído en las redes de esa dulce criatura.
-¡¿Sabes qué pone de buenas a mi mami?! -Mientras hablaba con emoción sus manitas viajaron hacia su moño, retirándoselo con torpeza-. ¡Toma! ¡Te pondrá feliz! Es el favorito de mi mami.
Puso el moño sobre mi mano. Era curioso como entre sus rizos se veía enorme, pero ya en mi
palma se veía tan pequeño.
-¿Te gusta? ¡Es muy
bonito!
-Es hermoso…-contesté ansioso por acariciar sus mejillas sonrojadas.
-¡Lily! ¡¿Dónde estás?! -Una mujer exclamó angustiada, pasando entre la gente.
-¡Sharon me está buscando! -exclamó Lily sorprendida. ¡Me tengo que ir o me regañará! ¡
Adiós!
Salió corriendo con sus piernas cortas, su vestido pomposo sacudiéndose con el aire y sus caireles rojos brincoteando. Vi el moño en mi mano y no pude evitar sonreír, era tan hermoso como la niña que lo portaba y me recordaba tanto a la mujer que tanto amé y perdí. Tenía que volver a ver a esa criatura, así que terminé ignorando mi vuelo.
+15 BONUS