Capitulo 11: Un ángel en su camino
IDRIS DOYLE
—¡Mami–exclamó Oliver al despertar, emocionado, estirando sus brazos hacia mí.
Muerta de sueño, cansada y sin fuerzas, me levanté del sillón con una enorme sonrisa y lo estreche, llenándolo de besos y frotando mi mejilla contra sus suaves cabellos. Su aroma me daba energias y me hacía sentir viva. El era mi motivo para seguir moviéndome en este mundo, por muy duro que fuera.
-Y a eso es a lo que yo llamo un «verdadero milagro» dijo el señor Thomas asomado a la habitación. El amor de una madre que siempre está presente contra viento y marea. Un don que Dios le ha dado a las mujeres de buen corazón, porque no cualquiera es buena madre.
-¿Mami? ¿Quién es ese señor? -preguntó Oliver viéndolo con atención.
-¡Soy tu abuelo! -exclamó el hombre acercándose con una gran sonrisa.
Mi abuelo? Yo no tengo abuelo, ni siquiera tengo papá–contestó Oliver receloso.
-¿Mi
-Bueno, pues hoy has descubierto que si tienes abuelo agregó con una gran sonrisa antes. de revolver el cabello de mi pequeño. Soy tu abuelo Thomas y desde hoy todo será mejor, ya
verás.
-¿Mami? -volteó Oliver confundido a lo que yo solo sonreí y asenti- ¡Wow! ¡Oye, Tina! ¡ Tengo un abuelo!
Gritó llamando la atención de su enfermera quien no tardó en felicitarlo.
-¿Ya lo pensaste? -preguntó el señor Thomas en un susurro.
Apreté los labios y comprendí que era el momento de decidir.
Ese día ya no regresé a la oficina y apagué mi teléfono para que la ansiedad por las llamadas de Liam no me torturara. Acompañé al señor Thomas hasta su hogar, me había sorprendido que en la recepción del hospital no solo pagó su estancia, sino también pagó por adelantado tres meses de atención para mi pequeño Oliver. Parecía que el dinero no era ningún problema para
él.
Después de hacer un par de llamadas, un hermoso auto se estacionó fuera del hospital y un chofer nos abrió la puerta trasera. Con gentileza le ayudé a entrar y una vez que estuvimos en marcha me empecé a preguntar quien era en verdad ese hombre.
Para mi mala suerte lo deduje una vez que llegamos a su mansión. Era el hogar del abuelo de Liam, lo reconocí de inmediato. Aunque nunca había visto al hombre en cuestión, pero sabía
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Atravesamos un largo recorrido desde las rejas que daban hacia la calle hasta el pórtico de la mansión. Me senti nerviosa e intimidada. No podía aceptar el trabajo sin tener que ver la cara de Liam, pero… ¿cómo podía rechazar a ese viejito bonachón que parecía tan solitario y triste?
-Este es mi hogar… pediré que preparen una habitación para ti y veremos si podemos traer al niño, tal vez podríamos adaptar una habitación para él y contratar una enfermera que esté al pendiente. Los servicios de ese hospital son buenos, pero resulta muy deprimente quedarse ahí por días dijo el señor Thomas con una gran sonrisa. ¿Qué dices? ¿Hablamos de tu sueldo?
Su emoción y buenas intenciones me conmovieron. ¿Cuándo había sido la última vez que alguien me ayudaba sin tener segundas intenciones? Asentí y lo seguí diligente hasta su estudio.
Una vez que todo estuvo acordado y firmé el contrato, salí del despacho mientras el señor Thomas hablaba con su abogado. Por un momento me senti libre y llena de energía. Sonaba prometedor trabajar para él. Todo iba de maravilla hasta que me encontré frente a frente con Annie. Sabía que este momento llegaría, pero no crei que tan pronto.
-¿Qué haces saliendo del despacho del señor Harrison?-preguntó indignada, viéndome de pies a cabeza con repulsión.
Desde ahora voy a ser su asistente–contesté con la frente en alto.
-¿Asistente? ¿Tú? -Comenzó a reír a carcajadas, divertida por mis palabras-. Ahora que Liam está comprometido conmigo y ya no te hace caso, ¿decidiste cambiar de objetivo?
No sé de qué hablas…
-¿No? Yo puedo apostar que sí. Eras la puta de Liam, todos en la oficina lo saben. Mientras yo no estuve, fuiste su entretenimiento, pero ahora que estoy de regreso y su amor por mi volvió a florecer, ya no te quiere, ya no te busca y solo eres un estorbo. De seguro te le has ofrecido con más insistencia y te ha ignorado por completo.
Cada una de sus palabras me daba risa. Si supiera que su amado prometido había pasado cada noche entre mis piernas, ¿opinaría lo mismo?
-Idris… Es ruin buscar a un hombre de la edad del señor Thomas para tus perversiones o… ¿ ese es tu plan? ¿Seducirlo y matarlo de un infarto cuando te haya puesto en el testamento? Sabía que eras una prostituta, pero no crei que fueras tan cruel.
-Yo no soy ninguna prostituta y no pienso desgastarme intentando hacerte entender…
-¿Idris? -La voz de Liam me congeló, su presencia había oscurecido el recibidor y su mirada furiosa se clavó en mí. ¡¿Qué haces aquí?!
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-¡Qué bueno que lo preguntas! Tienes que hacer algo, quiere seducir a tu abuelo y quitarle
–
todo agregó Annie abrazándose al torso de Liam, como si buscara protección-. Es una
mujer interesada, una perra abusiva.
-¡Eso no es cierto! -exclamé horrorizada, quería salir corriendo de ahí. El señor Harrison me ha ofrecido el puesto de asistente y no pienso rechazarlo.
-¿De asistente? ¿Ahora así se les llama a las prostitutas?-preguntó Annie divertida, con esa mirada inquisitiva y odiosa. ¿Qué dirá la gente de ver a una mujer tan corriente acompañando al honorable señor Harrison? ¡Qué asco me das!
-¡Ya basta!-gritó el señor Thomas detrás de mí, saliendo de su despacho-. Liam, controla a tu mujer si no quieres que la calle a bastonazos.
-Abuelo, ¿qué carajos hace esta mujer contigo? -preguntó Liam controlando su ira.
-Esta mujer se llama Idris, te pido respeto para ella–contestó aflojando el nudo de su corbata-. Fui al hospital para mi consulta de cada mes, pero como siempre, fui solo porque parece que ninguno de mis hijos ni mis nietos es capaz de acompañar a su viejo abuelo. Para mi mala suerte me dio un infarto y si no hubiera sido por ella, estaría muerto en la banqueta.
>>Fue un alivio que apareciera en mi camino y desde ahora será mi asistente, ya que mi familia está presente en las fiestas y reuniones, necesito de alguien que me acompañe y cuide de
- mi.
-Señor Harrison… Esa mujer no es de fiar. De seguro solo se acercó para obtener su dinero. Piense bien las cosas antes de… -Annie no terminó de hablar cuando el señor Thomas levantó
su bastón, amenazando con golpearla si no se callaba.
-Esta niña es mi protegida. Aquel que se atreva a tratarla mal u ofenderla se las verá conmigo, ¿entendido?
-Entendido
respondió de inmediato Liam sin apartar la mirada de mí—¿Quién soy yo para juzgar tus decisiones, abuelo?
Aunque sus palabras advertían que se estaba rindiendo, el fondo de sus pupilas confesaba que las cosas no se quedarían así.
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