Capítulo 17: Un corazón vacío y una cartera llena
IDRIS DOYLE
No podía estar en una peor situación, sentía las miradas sobre mí y no sabía cómo demostrar mi inocencia.
-Yo puse
el collar dentro de su bolso dijo Liam tomándonos a todos por sorpresa.
-¡¿Qué?! -exclamó Annie con los ojos desorbitados y la boca abierta.
Sí, el collar se le cayó al estar bailando. Sé lo importante que es para mi abuelo, así que lo recogí y lo guardé en su bolso para que no se perdiera. Le iba a avisar cuando Ethan se decidiera. a soltarla de una vez por todas -contestó Liam tomando el collar de manos de Annie, así como mi bolso y regresándome ambos. No fue mi intención que se hiciera todo un alboroto.
Con delicadeza limpió una lágrima perdida que caía por mi mejilla. Era la segunda vez que intercedía por
mí.
-Me sorprende que hayas tardado tanto en confesarte dijo el señor Harrison viendo con desconfianza a Liam.
-Ya sabes… Hay hombres a los que nos gusta ver el mundo arder–agregó Liam con una sonrisa arrogante.
Querías sabotearla? ¿Querías que o
indignado y ofendido.
de ella? -preguntó el señor Harrison
-¿Lo conseguí?-Liam se estaba metiendo en problemas con su abuelo para defenderme. ¿En verdad era el mismo hombre al que servía?
-No puedo creerlo, Liam… Sigues siendo ese hombre complicado y egoísta, solo buscas generar problemas agregó Thomas decepcionado. No tienes derecho de afectar a esta pobre niña solo porque no te agrada que sea mi ayudante.
>>¡Mejor ella ha estado a mi lado que muchos de ustedes que se hacen llamar mi familia!
-Bueno, lo intenté… mejor suerte para la próxima contestó Liam guiñándome un ojo antes de tomar a Annie del brazo y llevársela casi arrastrando.
-Liam parece que nunca va a cambiar -agregó Ethan plantándose a mi lado. ¿Estás bien?
-Si… eso creo… -Estaba confundida y… agradecida. No necesitaba ser una genio para saber que Annie me había montado la trampa, pero Liam me había protegido, aceptando toda la culpa, dejando que su abuelo lo viera con decepción.
LIAM BLAKE
+25 BONOS
Liam, en verdad no puedo creer que defiendas a esa mujer sabiendo lo que quiere obtener de tu abuelo –dijo Annie indignada, sacudiendose mi mano de su brazo,
Y yo no puedo creer que hayas querido hacerla pasar por una ladrona…..
-Yo no la hice pasar por una ladrona, ¿en verdad me crees capaz de algo asi?
-Te creo capaz de cosas peores contesté lleno de rencor-. ¡Clark! Lleva a la señorita Taylor a su casa
En cuanto mi chofer se acercó para escoltar a Annie, ella retrocedió, furiosa. -No necesito que tu chofer me lleve, yo sola puedo irme en mi auto, gracias.
–Entonces… ya vete–agregué sin remordimiento.
-Liam… Sé que cometi un grave error, uno que te hirió bastante y no hay dia que no me arrepienta. Era joven e impulsiva y senti que no habia conocido el mundo. Desde que somos niños hemos estado juntos, fuiste mi primer novio, el primer hombre en mi vida y cuando nos ibamos a casar tenia miedo de perderme de muchas cosas que no podria hacer después….
Su explicación me dio gracia y no pude ocultar mi sonrisa cargada de ironia. -¿Por eso me llamaste débil y sin futuro delante de todos? ¿Por eso me humillaste de esa manera? Te doy la oportunidad de regresar a mi vida y ¿asi me lo pagas? ¿Atacando a la asistente de mi abuelo y haciendo tus rabietas de niña pequeña frente a todos? Ahora la que avergüenza al otro, eres tú.
-¿Qué te ocurrió, Liam? No puedes echarme la culpa de quien eres hoy, yo no te obligué a que renunciaras a ser una buena persona–contestó Annie viéndome como si el verdadero monstruo fuera yo.
-Largo de mi vista si no quieres que cancele el maldito compromiso en este momento -dije entre dientes, sin despegar mi vista de ella hasta que por fin entró a su auto y abandonó la propiedad. Clark, quiero que investigues a la familia Taylor, quiero saber que hizo que Annie regresara tan dócil y suplicante.
Sí, señor–contestó Clark con la misma cortesia de siempre.
Necesitaba saber por qué Annie no se alejaba de mi después de mis malos tratos. Ella siempre había sido una mujer muy digna y era extraño que se aferrara tanto a nuestro compromiso.
Regresé al interior de la mansión dispuesto a despedirme de mi abuelo, estaba harto de todo lo sucedido. Mis ojos pasearon por el salón, temiendo volver a ver a Idris en brazos del descerebrado de Ethan, pero para mi sorpresa, el idiota estaba bebiendo solo. ¿Dónde estaba esa pelirroja?
No tuve que esmerarme mucho en buscarla, la encontré en la biblioteca. Era curioso que tenía una pasión, casi tan grande como la mía, por la lectura, pero esta vez no tenía un libro en la mano, más bien un álbum de fotos que veía con singular atención.
+25 BONOS
En cuanto me acerqué, ni siquiera se dio cuenta de mi presencia. Noté por encima de su hombro
que veía las fotos de hacía años, mucho antes de ese dia fatidico en el que casi me caso con Annie. Era un chico que no tenía nada especial, flacucho, inocente y tonto, con pasión por los libros y la escritura, ningún atributo llamativo para las damas, excepto el dinero de mi familia. Para mi mala suerte, confiaba muy fácil en la gente, creyendo que todos tenían buenas intenciones.
Idris paseó sus dedos por esa foto vieja donde aparecía sonriente, sosteniendo mi primer libro, el cual tenía ambiciones de publicar. Delineó mi sonrisa y se formó una igual en su rostro.
-Quién diría que ese patético chico sería tu jefe un día…
Aunque se había sorprendido por mi presencia, lo disimuló. -¿Patético?
-La clase de chico que ninguna mujer vería como algo más que un simple amigo o bufón contesté refunfuñando, quitándole el álbum de las manos y volviendo a guardarlo.
-A mi parecer ese chico es bueno y de gran corazón…
-A nadie le importa un buen corazón… Menos a las mujeres. Solo quieren un rostro atractivo, un cuerpo trabajado por horas en el gimnasio y una cartera llena. Los buenos sentimientos hacen ver al hombre débil y patético–agregué lleno de resentimiento, viendo a Idris con un odio que no se merecia.
-Dicen que todas las mujeres somos iguales, pero no dejan de buscar al mismo tipo de mujer. A algunas nos gustan más los buenos sentimientos y el respeto, que solo un cuerpo atlético y una cartera grande–contestó viéndome a los ojos y de nuevo fui víctima del poder que tenía sobre mi-. Yo sería muy feliz con un hombre dulce, aunque no tuviera el dinero del mundo ni los músculos más grandes.
Posó su mano sobre mi mejilla, dándome su calor, estrujando mi corazón. Mientes… dije con tristeza.
-Quisieras que fuera mentira…-contestó compartiendo mi melancolía.