Capítulo 22: Rosas a la basura
LIAM BLAKE
Desperté con dolor de cabeza y todo me daba vueltas. Cuando me quité las sábanas de encimal me di cuenta de que estaba completamente desnudo. Mis recuerdos eran borrosos y poco claros, pero también había destellos de Annie encima de mí, obteniendo lo que necesitaba.
Estaba asqueado, iracundo, quería encontrarla y matarla con mis propias manos. Me di un baño rápido, creyendo que podría quitarme su asqueroso perfume de la piel. En cuanto abrí el clóset noté que la ropa de Idris estaba hecha jirones, Annie había destrozado todo sin piedad..
Al salir a la sala vi el «baby doll» sobre el respaldo del sillón y la peluca roja que usó. Lleno de ira destruí la lencería y arrojé la peluca a la basura. Esto no se quedaría así.
-¿Qué fue lo que encontraste? -le pregunté a Clark en cuanto subí al auto. Noté su mirada por el retrovisor, parecía desconcertado por mi comportamiento, aun así, no hizo preguntas.
-Al parecer la familia Taylor está pasando por un problema económico serio. Están perdiendo su territorio. «<El Trébol Dorado» es otra cadena hotelera que aparte cuenta con un casino bastante variado entre otras atracciones. La empresa ha llevado a la quiebra a varios hoteles de la familia Taylor en zonas turisticas importantes, incluso han tenido la insolencia de comprar los edificios de los Taylor, remodelarlos y volverlos parte de su cadena.
<<El Trébol Dorado», interesante nombre. ¿Quiénes son los dueños?
-La familia Lynch.
-¿Lynch? ¿irlandeses?
-Así es, señor.
Me daba gracia, los ingleses y los irlandeses teníamos una historia llena de roces y disputas, ahora una familia irlandesa amenazaba con tomar el lugar de la familia Taylor en su propio territorio y en mi caso, una irlandesa me estaba conquistando, por más que me resistiera. De pronto recordé esa melena roja y ojos azules, el rostro de Idris parecía tatuado en el fondo de mis pupilas y lo evocaba mi cerebro cada vez que tenía un momento de paz.
Pensar que había pasado la noche con Annie me daba la sensación de haber traicionado a Idris. ¿Cómo se podía ser infiel a mi amante estando con mi prometida? De nuevo se me llenó el pecho de rabia.
-Quiero que investigues cómo pudo entrar Annie a mi departamento y quien le dio la droga con la que me venció anoche. Necesito nombres y, principalmente, necesito que te deshagas de ellos de manera sutil y sin levantar sospechas. ¿Entendido?
-Claro, señor.
+15 BONUS
-¿Sabes por qué Idris no se presentó anoche? -No quería demostrar mi molestia, pero una vocecilla dentro de mí me decía que, si esa pelirroja hubiera llegado a tiempo, lo que ocurrió anoche nunca hubiera pasado. ¿Podía culparla por mi infortunio? No del todo.
Me parece que el niño decayó…-contestó Clark con un suspiro apesadumbrado.
-¡¿Cómo que decayó?! -exclamé recordando su sonrisa y ese ceño fruncido que adornaba los ojos que su madre le había heredado.
Al parecer su condición se deteriora cada vez más… Los medicamentos no son suficientes,
necesita con urgencia un donador de médula.
-¿Investigaste la lista de los cuarenta y tres? -Tenía confianza en que, al ser dueño de una de las farmacéuticas más grandes del mundo, tuviera cierto beneficio y pudiera conseguir un par de nombres.
Encontré los países donde residen, pero…. sus nombres y direcciones, parecen más complicados de hallar de lo que parece.
-¿Cuál es el más cercano?
Clark mantuvo un silencio que auguraba que su respuesta causaria un efecto indeseado en mi. -Irlanda, Dublin.
-Malditos irlandeses…-contesté entre dientes. No sé qué tengas que hacer, pero quiero a esa persona aquí, deseosa de donar su médula a mi hijo.
Era la primera vez que me refería a Oliver como mi hijo, en voz alta.
-Sí, señor–contestó Clark, disimulando su sorpresa.
Quise mantener la calma, deseaba no mostrarme iracundo ni reprocharle a Idris su ausencia. Compré un ramo de rosas rojas, sus favoritas, y llegué al hospital. De seguro debería de estar agotada por cuidar del niño toda la noche. Ya podia imaginarme sus ojos cansados y sonrisa escueta, luchando por mantenerse despierta. Era una mujer valiente y comprometida con su hijo y eso despertaba mi admiración.
Caminé por los pasillos del hospital, dejando que mi gabardina se levantara con mi andar, ignorando las miradas cargadas de sorpresa que me dedicaban las féminas de mi alrededor, mientras que buscaba insistente esa melena roja.
Cuando por fin la encontré, me quedé congelado a unos metros de distancia, viendo como Ethan se me había adelantado y le ofrecía un café. Charlaban animados y sonreían, pese
al
cansancio que pesaba sobre los hombros de Idris, sus ojos relumbraban y parecía recibir de buena gana la galanteria de ese imbécil. Si por un momento creí que ella era diferente a las demás y tenía toda su atención, me había equivocado.
+15 BONUS
Solo era necesario que se plantara un idiota adinerado y con cara de ángel para que ella sucumbiera ante sus encantos. Todas las mujeres eran iguales. Di media vuelta y en el primer cesto de basura que encontré, dejé caer las flores, me ajusté los guantes de piel y regresé sobre mis pasos, con la rabia creciendo en mi pecho, ahogándome en ella. Ya se había burlado de mí Annie, ahora Idris. Mi mala suerte con las mujeres parecía no detenerse.
Antes de desaparecer del pasillo, volteé atrás, queriendo ver algo que me generara esperanzas, pero para mi mala suerte, solo me di cuenta como Ethan la tomaba por el mentón, levantando su rostro hacia él mientras se acercaba lentamente a sus labios, labios que me pertenecían solo a mí. No fui tan fuerte para ver cómo otro hombre tomaba lo que era mío. Les di la espalda y decidí salir del hospital de una vez por todas.
-¿Es en serio? ¿Planeas esconderte detrás de las faldas de mi madre? -pregunté fastidiado, viendo a Annie detrás de mi mamá, como un cachorro tembloroso.
-Liam, no puedes tratar de esa forma a tu prometida. Te recuerdo que…
-Te recuerdo, madre, que este compromiso lo organizaste tú. ¿Para qué? ¿Qué beneficio obtienes de venderme a esta abusiva, mentirosa y carroñera? -dije entre dientes.
-Hijo, no puedes hablar así de la mujer que te dará a tu primogénito agregó mi madre. queriendo acercarse a mí y consolarme como cuando era un niño, pero no podía resistir su tacto, me asqueaba, y terminé rechazándola.
-¿Mi primogénito? Apenas follamos anoche y ¿ya está embarazada? No lo creo -dije entre risas. Además, no pienso reconocer a un niño que nunca pedi y claramente no quiero. Que fue producto de que su madre me drogó.
-¿De qué hablas, Liam? ¿Insinúas que abusé de ti? -preguntó Annie fingiendo estar desconcertada.
¡Maldita zorra! ¿Cómo podía proceder contra ella sin parecer débil y volverme la burla de todos? ¿Cuándo me volví la presa de una mujer como ella?! En ese momento pude escuchar a mi padre diciéndome al oído: «El amor te hace débil», mientras la imagen de Idris volvía a mi mente. Por ella había caído en la trampa, si no hubiera deseado con tanto fervor tener un momento especial a su lado esa noche, tal vez las cosas serían muy diferentes.
