Capítulo 26: Una chispa de esperanza
IDRIS DOYLE
Llegué al hospital, recorriendo los pasillos con rapidez, directo hacia la habitación de mi bebé. Al abrir me encontré a un hombre joven y agradable que le sonreía con insistencia a Oliver. Parecía encantado por conocerlo y no pude evitar notar sus cabellos rojos y despeinados que desentonaban con el pulcro y perfecto traje que lucía.
-¡Mami! -exclamó Oliver en cuanto me vio-. ¡Mira, es mi nuevo amigo! ¡Se llama Kyle!
El chico se puso de pie y al voltear hacia mí se quedó petrificado, no sabía si quería sonreir o gritar. Sacudió un poco su cabeza, antes de ofrecerme su mano. Kyle Lynch… Mucho gusto se presentó con cortesia y noté ese acento extraño.
Idris Doyle–contesté estrechando su mano. Su tacto era gentil, asi como su mirada.
-¿Doyle? Qué feo apellido.
-Ese es el apellido con el que llegué al orfanato donde creci
-¿Un orfanato? Claro…dijo para si, como si lo comprendiera mejor que yo–Es un gusto conocerte por fin, Idris.
¡Mami! ¿Ya te diste cuenta que son muy parecidos? ¡Los dos tienen el cabello rojo! exclamó Oliver emocionado.
Supongo
-Bueno, en Irlanda hay bastantes pelirrojos–contestó Kyle con una gran sonrisa que tú te pareces a tu papá, pues no tienes ni un solo mechón rojo en esa cabellera negra.
Oliver reía a carcajadas mientras Kyle escudriñaba sus cabellos, como un mono queriendo encontrar piojos en otro. Era dificil que mi bebé aceptara a otro hombre con tanta facilidad, era muy celoso, pero en el caso de Kyle, fue como si en verdad ya lo considerara su mejor amigo.
-No lo sé… No conozco a mi papa…-agregó Oliver jugando con el borde de la sábana y la mirada cargada de incertidumbre y nostalgia. Antes de que me acercara a él para consolarlo, sonrió emocionado y agregó: ¡pero me parezco al señor Blake! ¿Verdad, mami?
Palideci al mismo tiempo que me congelé. Sentí como si un rayo me partiera por la mitad cuando volteé hacia Kyle y noté su confusión. -¿Quién es el señor Blake? -preguntó.
-Ah… Nadie…-En ese momento dediqué esa «<miradita» que toda mujer parece adquirir cuando se vuelve madre, esa que sirve de advertencia silenciosa, pero mi pequeño no parecía comprenderla.
-¡Es el jefe de mamá!, y cuando sea grande, de seguro me veré como él, pero yo no estaré todo el tiempo enojado contestó mi pequeño con reproche, haciendo puchero y cruzando los brazos. Además, no me agrada, me quiere quitar a mi mamá.
+15 BONUS
-¿Te quiere quitar a tu mamá?-inquirió Kyle mientras su mirada pasaba de mi rostro a Oliver y de regreso. Comprendiendo la situación sin necesidad de explicársela.
—Creo que ya fue suficiente charla… -intervine sintiendo las mejillas calientes.
-¡Sí! ¡Le da besos cuando ella solo es mía! ¡Es un grosero! contestó Oliver desesperado por encontrar en Kyle un posible cómplice, mientras ese pelirrojo tan curioso parecia no poder abrir más los ojos por la sorpresa ni retraer la mandíbula para cerrar la boca.
Vaya… Suficiente información–contestó Kyle con una sonrisa. ¿Podemos hablar un momento afuera?
Asenti apenada antes de abandonar la habitación. Qué incómodo que un completo desconocido ahora supiera mi vida personal.
-Supongo entonces que el señor Blake es el padre del niño -dijo Kyle intentando disimular una sonrisa mientras posaba sus manos en el barandal. Yo solo asenti-. También supongo que no se hace responsable, por algo no lo veo por ninguna parte.
-No quisiera hablar del tema -respondi agachando la mirada. Ni siquiera yo sabía lo que ocurría entre Liam y yo. Parecia que no estaba dispuesto a dejarme ir, pero tampoco me daba un lugar en su vida, tal vez su única motivación era hacerme sentir miserable.
-Bueno, no solo estoy aquí para donar mi médula al niño, también me haré cargo de los gastos del procedimiento. Es una operación particularmente cara y quisiera ayudar.
-Ya estás ayudándome demasiado con ser el donador.
-Pero no es suficiente…
-¿Cómo planeas pagar tanto?
-No te suena mi apellido, ¿cierto? -preguntó divertido, notando la confusión en mi rostro
Soy el dueño del Trébol Dorado.
Sacó una tarjeta negra con la figura de un trébol dorado en el centro. Demasiado elegante y ostentoso, pero no respondía a la pregunta.
-Es una cadena hotelera con los mejores casinos de Europa–contestó orgulloso-. Créeme… tengo dinero hasta para pagarte la risa.
-El Trébol Dorado, ¿el nombre hace alusión a tu tipo de sangre? -pregunté con media.
sonrisa.
-Todos me decían que tenía muy mala suerte y no lo entendí hasta que sufrí mi primer accidente. Por suerte no necesité de ninguna transfusión, pero todos en la familia tuvimos miedo.
>>En cuanto sali del hospital, mi madre me dijo que tenía que aprender a cambiar mi suerte y
+15 BONUS
-Y pusiste un casino… un monumento a tu suerte–contesté divertida. Me encantaría poder ver las desgracias con tanto optimismo.
-Sé que estás pasando por un momento muy complicado, entiendo que… las cosas no se ven bien—dijo plantándose delante de mi. Su sonrisa estaba tan llena de consuelo que me sentí abatida. Era la primera vez que un hombre me veía de esa forma, sin lujuria ni ambición-. Ahora que estoy aquí, las cosas serán muy diferentes. Prometo no solo ser el mejor amigo de Oliver, sino también el tuyo.
De pronto me estrechó con ternura y su calor hizo que un par de lágrimas cayeran de mis ojos, sin sollozos ni gimoteos, pero haciendo que mi corazón se retorciera.
-No estás sola, «chispita» dijo en un susurro y después de un suave apretón, me liberó.
-¿Chispita?-pregunté desconcertada, pero él solo sacudió mi cabello.
-Eres una chispita, de esas que saltan de la chimenea y pueden provocar un incendio atroz- contestó haciendo más grande su sonrisa. Me veía como si fuera una niña pequeña.
-¿Por qué haces todo esto?
-Primero deja que esto termine y después hablamos. ¿Qué te parece? Para festejar la
recuperación de Oliver, te invitaré a mi hogar en Dublin y podrás hacerme todas las preguntas que quieras. 1
Ladeé la cabeza hacia un lado, confundida por ese cariño que me ofrecía, aparentemente sin intenciones de obtener nada a cambio.
Esa noche Oliver llegó a su habitación en la residencia Harrison, entró lleno de energía y emoción, por lo menos la que su enfermedad le permitía.
-Contrólate pequeño guerrero… dijo Tina mientras acomodaba sus cosas sobre el cómodo sofá cama que se había puesto para los días difíciles donde ella no pudiera irse de casa por cuidar de él.
-¡Tina! ¡Somos ricos! -exclamó Oliver emocionado dejándose caer en la cama que era del doble de tamaño que la que tenía en el hospital.
-Tal vez lo seas tú, porque yo no, pequeño príncipe–contestó Tina con una gran sonrisa antes de acercarse a Oliver y hacerle trompetillas. Era la enfermera más dulce que conocía, tenía suerte de que fuera la encargada de cuidar de mi bebé desde un principio.