Capítulo 47: El hombre perfecto
IDRIS DOYLE
-Pues… está rara —dijo Oliver-, solo sabe babear.
-Es una bebé, corazón -agregó mi madre con ternura-. Es tu hermanita y cuando sea grande, podrá jugar contigo. Verás que será tu mejor amiga.
No lo sé… contestó Oliver con desconfianza-. Parece tontita.
En ese momento Finn echó el café por la nariz antes de reír a carcajadas. -Lo mismo pensé cuando vi por primera vez a tu madre…
-Y no te equivocaste… -agregó Evan torciendo los ojos-. Oliver, tendrás que cuidarla, a veces las hermanas menores crecen y no se les quita lo tontas.
-¡Ya, los dos! ¡Déjenme a mis niñas! -exclamó mi madre reprendiéndolos, parecía la única manera de hacerlos callar.
-Gracias a ella, podrás sanar -dijo Tina al lado de mi bebé, acariciando sus cabellos-. Ese es el regalo que ella trajo para ti con su nacimiento.
Los ojos de mi hijo se abrieron de par en par, escéptico, pero lleno de esperanzas. Yo no sabía cómo manejar el tema, pero parecía que Tina tenía las palabras correctas.
-¿Ella? —preguntó Oliver confundido.
-Ajá… Se llama amor fraternal. Aunque la veas chiquita y como una fábrica de baba, ella te quiere mucho, solo que aún no sabe cómo decírtelo con palabras.
Lo que dijo Tina fue tan bello que se formó un nudo en mi garganta. Oliver se levantó de su asiento y caminó hacia mí, curioso, viendo a la bebé con otros ojos, como si no fuera la misma
acariciando con que hacía unos segundos. Se asomó para ver su rostro y acercó su mano, cuidado la manita de ella. Por acto reflejo, la niña atrapó su dedo mientras balbuceaba, provocando una enorme sonrisa en Oliver.
-Yo también te quiero, hermanita -dijo frotando la punta de su nariz contra la frente de la
bebé.
Ÿ
-¿Ya sabes cómo la vas a llamar? -preguntó Tina mientras la acompañaba al cuarto de Kyle.
Sí, se llamará Lily… contesté viendo con ternura a mi bebé. No recordaba lo hermoso que era un recién nacido, con su fragilidad y ese aroma tan característico que hace que tu corazón vibre de amor.
-¿Lily? -inquirió Tina con una gran sonrisa-. Li… Li… Liam… ¡Sospechoso!
178
—
+15 BONUS
Torcí los ojos después de soltar un resoplido. No se lo puse por eso contesté molesta.
-¿Segura? -Se recargó en el marco de la puerta, cruzada de brazos y levantando una ceja.
-Muy segura –contesté como si intentara convencerme a mí misma-. En cuanto él se entere de que estoy muerta, dejará de buscarme. Me olvidará por completo y todo será más
fácil.
—¿Qué haces caminando tan tranquilamente por la casa? -Evan nos interrumpió, con esa actitud tan imponente-. En tu estado, deberías de estar en cama, descansando.
-Voy para la habitación… lo juro.
-Tú, que eres enfermera, lo deberías de saber. ¿No se te ocurrió que puede sufrir de otra hemorragia? -preguntó altivo y molesto a Tina que parecía sorprendida.
-No venimos corriendo, ni está haciendo un esfuerzo que pueda traerle complicaciones. También tiene que caminar, aunque sea un poco. Tú quieres tenerla en cama y detrás de un muro de cristal. ¡Relájate! -exclamó Tina molesta. No era una mujer que se dejara apabullar por cualquier cosa.
Conteniendo su rabia y apretando los dientes, pero sabiendo que si decía algo más Tina no se lo perdonaría, volteó hacia mí y sin avisar me tomó en brazos. Estreché con fuerza a Lily, temiendo que pudiéramos caer, pero Evan parecía suficientemente fuerte para cargarnos a las
dos.
-Agárrate fuerte… -contestó Evan sin dejar de ver con recelo a Tina.
-¡Eso sí es peligroso! ¡Si se te cae no solo se le saldrá el relleno, sino que lastimarás a la bebé! -reclamó Tina.
-¿Relleno? Ni que fuera peluche -contesté ofendida.
–¡No se me va a caer! -respondió Evan, dándole la espalda a Tina quien ya estaba alzando su dedo medio hacia él. Se llevaban tan bien como un perro y un gato encerrados en un costal.
Ÿ
TINA WILLIAMS
—¿Ya te dije que tu hermano es como un grano en el trasero? -pregunté una vez que estuvimos solos Kyle y yo-. Lo entiendo porque es adoptado, por algo no es tan dulce como tu
hermano Finn.
No pude evitar sonreír. Finn era un pelirrojo encantador, con un corazón que parecía valer oro. Sencillo, modesto y con una sonrisa encantadora. ¡Qué suerte trabajar para una familia llena de belleza y modestia, con una paga envidiable y con la estancia y comida a cuenta de ellos!
-¡Esto es el cielo, Kyle! -exclamé sentándome en la orilla, comenzando con los ejercicios en
+15 BONUS
Por un momento me quedé viendo su rostro, parecía una pintura renacentista, con ese cutis claro y suave, sus rasgos afilados y sus cabellos rojos como el fuego.
-¿Sabes? Creo que eres el hombre perfecto. Eres guapo, adinerado, joven, eres bueno escuchando y no discutes por cualquier tontería -dije entre risas y de pronto noté como su pecho se comenzó a mover de manera extraña.
-¿Es en serio? -preguntó plasmando una sonrisa en sus labios y abrió los ojos, haciendo que me fuera
para
atrás y cayera al suelo de la sorpresa-. Me parece un abuso, señorita, que se
burle de mi condición.
Jamás me había sentido tan avergonzada en mi vida. Me levanté de un solo brinco y comencé a alisar mi falda, intentando recobrar la compostura, pero tenía el rostro rojo y me moría de ganas de salir corriendo. Cuando vi su rostro, me encontré con unos profundos ojos castaños, tan negros que sentí que me perdí en ellos, pero su sonrisa dulce y divertida, me rescató.
-No quise hacerte caer… Lo siento agregó ante mi silencio.
–
-Yo… no… quise… -comencé a balbucear como una estúpida-. ¡Es que…! ¡Yo pensé…!
-Por tu uniforme deduzco que eres enfermera… ¿No sería una buena idea que llames a alguien y le informes que desperté?
-Supongo…-contesté víctima de un escalofrío-. No tardo…
-Descuida, no iré a ningún lado–contestó con sarcasmo y una gran sonrisa que me puso aún
más nerviosa.
Ÿ
-¡Tío Kyle! -exclamó Oliver con los brazos cruzados y acercándose al borde de la cama mientras el doctor continuaba examinando al pelirrojo que por tanto tiempo había cuidado.
-Vaya… La última vez que nos vimos, solo éramos amigos -contestó Kyle estirando la mano para sacudir los cabellos de Oliver, pero este solo frunció más el ceño.
—¡No es justo! ¡Pensé que lo éramos! —agregó el niño con un gran puchero. Tina es mi enfermera, ¿por qué te daba baños de esponja y a mí no? ¡Además, pasaba más tiempo contigo, hablando y cantándote!
¡Oliver! -exclamé saliendo de entre todos, agarrándolo como si fuera un balón de americano, dispuesta a sacarlo de la habitación para que no siguiera poniéndome en evidencia.
—Oliver, «el todas mías» -dijo Finn entre risas-. No le toques a su mamá ni a su enfermera porque explota.
¡Tampoco a mi abuelita! -exclamó Oliver colgando de mi abrazo.