Capítulo 8: Recuperando a su amante
IDRIS DOYLE
-¡No me puedes llevar a la fuerza! ¡Suéltame! -grité furiosa mientras Liam me llevaba bien agarrada de la muñeca. Aunque todos en el restaurante podían verme forcejear para liberarme, nadie hacía el mínimo esfuerzo por ayudarme.
-Deja de comportarte como una niña -respondió Liam perdiendo la paciencia y metiéndome
al auto.
Quise salir por el otro lado, pero cuando intenté abrir la puerta, esta no cedía, tenía el seguro. De inmediato entró Liam, acomodándose del otro lado. Con un movimiento de cabeza, le indicó a Clark que emprendiera el viaje hacia no sé dónde.
-¡Tengo que ir con Oliver! ¡Me necesita! -exclamé mientras me alejaba de Liam, pegándome lo más que podía hacia mi esquina.
-Te ofreci tu trabajo de vuelta y todo lo que necesitara Oliver y me rechazaste, incluso me
llamaste monstruo…
-Porque lo eres…-contesté viéndolo con desconfianza. Una sonrisa burlona se formó en sus labios, dándole una apariencia arrogante e insoportable.
Giró hacia mí y me tomó por las piernas, arrastrándome hacia él y haciendo que me montara sobre su regazo. Comencé a retorcerme, intentando alejarme, pero sus manos estaban fuertemente adheridas a mis caderas, evitando que cualquier movimiento fuera útil para alejarme, por el contrario, moverme contra su cuerpo solo me hizo sonrojar al recordar esas noches en su cama, además, sus ojos estaban clavados en mi rostro.
-Pensé que eras un hombre comprometido dije entre dientes, con el corazón roto.
Acercó su rostro a mi cuello y olfateó suavemente hasta mi escote, mostrando una sonrisa cargada de satisfacción en su rostro.
-Suena a que estás celosa–contestó con desinterés mientras acomodaba un mechón detrás de mi oreja. Algo estaba tramando, su mirada relumbraba de esa forma aguda.
-Déjame ir…-pedi en un susurro, intentando controlar mi desesperación, con ambas manos apoyadas sobre su pecho, perdida en sus ojos y sus labios.
-Hace ocho años te compré… ¿Dónde estarías de no ser por mi? -Tomó mi rostro por el mentón acercando mi boca a la suya, lo suficiente para que su aliento chocara con mis labios. No eres libre, Idris, aunque te aferres a esa idea. Eres mía y estarás donde yo esté e irás a donde
yo vaya.
-No… contesté temblorosa, pero mi miedo no era porque él tuviera razón. Muy en el fondo.
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Bajamos del auto, de nuevo Liam me llevaba con fuerza de la muñeca, y reconocí el edificio donde estábamos, sabía que en la planta alta se encontraba ese enorme departamento que solía compartir conmigo por las noches.
-Si decidiste casarte con esa mujer, me imagino que es porque la amas -dije intentando hacer un llamado a su consciencia, pero me ignoró y por el contrario me arrojó al interior del elevador en vez de contestar.
Aunque intenté salir, me tomó por la cintura antes de que las puertas se cerraran y me puso contra la pared.
-Dejémonos de tonterías… agregó acomodándose las mangas de la camisa por debajo del saco, con esa tranquilidad y elegancia que lo caracterizaban-. Tu puesto como mi asistente aún puede ser tuyo. Mi oferta de pagar lo que sea que necesite Oliver también está en pie.
En cuanto las puertas del elevador se abrieron, volvió a tomarme de la muñeca y me llevó hasta el departamento, esta vez no me rehusé a seguirlo.
-No fue mi intención que tu último trabajo tuviera tal desenlace, no sabía que tu jefe recurría a esa prácticas tan desleales y asquerosas. No pretendo que creas que fue mi intención desde un principio y todo fue una clase de escarmiento.
Cerró la puerta del departamento con llave, dejándome claro que no saldría de ahí hasta que obtuviera lo que quería. Me ofreció la silla del pequeño comedor, como el caballero que aparentaba ser, y me sirvió una copa de vino.
-Mi puesto de asistente va de la mano con seguir siendo tu amante… ¿cierto? -pregunté con la mirada clavada en la mesa.
-¿Te molesta? ¿Tienes algún reclamo o queja? -preguntó con tono burlón-. Siempre fuiste mi amante, ¿tienes algún conflicto moral esta vez?
-¿Por qué te vas a casar con ella si quieres conservarme como tu amante?
LIAM BLAKE
Pude ver en sus ojos la desilusión. ¿Qué esperaba que le dijera? ¿Qué a ella la amaba y no lat quería perder? Apreté los dientes y desvié la mirada. Idris, pese a todos esos años de trabajar conmigo, aún podía evocar ese brillo en su mirada que relumbraba como inocencia. Era la criatura más hermosa y si la quería de vuelta en mi vida, en parte era porque la extrañaba, su piel, su aroma, el color azul de sus ojos cuando la tenía entre mis brazos, no me imaginaba otra mujer en mi cama, pero, por otro lado, también deseaba venganza, quería que Annie se diera cuenta de que la había dejado de amar y que ya no tenía poder sobre mí.
¿Deseaba un hombre fuerte, frío y desconsiderado?, lo tendría. ¿Había vuelto con la ambición de ser mi esposa? Que así fuera, pero no estaba dispuesto a tocarla, en cambio, seguiría.
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tanto tiempo..
-¿Te preocupa que me enamoré de otra mujer? -pregunté paseándome detrás de ella, acariciando su cuello para que se levantara de la silla. La forma en la que se estremecia con mi tacto me hacía sentir que aún tenía poder sobre ella y sus deseos.
-Es obvio que no estás enamorado de ella… Sí así fuera, no buscarías a tu antigua amante dijo con voz entrecortada, sin dignarse a verme a la cara.
-Entonces… ¿a qué le tienes miedo, Idris? -pregunté en su oído, antes de escabullir mi nariz entre sus cabellos, su aroma era cautivador Te daré todo lo que desees, a cambio de un
trabajo que ya dominas y puedo presumir que disfrutas.
Giró hacia mí, molesta por sentirse dominada, pero la tomé por los muslos y la posé sobre la mesa, acomodándome entre sus largas y suaves piernas. Me encantaba lo frágil que se sentía entre mis manos. La recosté, presionando mi cuerpo contra el suyo, inhalando directo de su cuello, embriagándome con su calor. ¿Cuánto tiempo llevaba mi cuerpo resintiendo la ausencia del suyo?
-Se una buena chica–gruñí en su oído mientras mis manos se escabullían por debajo de su falda, haciéndola temblar.